Expertos destacan que la gestión energética sistemática es clave para mejorar la competitividad, reducir emisiones y ahorrar millones en costos de producción. La crisis energética global y las crecientes presiones económicas han llevado a gobiernos y empresas a mirar con urgencia la eficiencia energética como un pilar estratégico para mantener la competitividad industrial. Durante la COP28, casi 200 países acordaron duplicar la tasa de mejora en eficiencia energética para 2030. Sin embargo, en 2024, el avance global fue apenas del 1%, muy por debajo del ritmo de la década pasada.
Desafíos de la eficiencia energética industrial
Uno de los factores clave tras esta desaceleración es el bajo progreso de eficiencia en el sector industrial, que ha impulsado el 80% del aumento en la demanda energética desde 2019. Actualmente, la industria consume cerca de 170 exajulios (EJ), equivalente al 39% de la energía final mundial. En 2022, solo en países miembros de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en ingles), las industrias gastaron más de USD 1,2 billones en energía, un aumento del 80% respecto a 2020.

Oportunidades y retornos potenciales
A pesar de ser uno de los sectores más difíciles de descarbonizar, la industria también representa la mayor oportunidad para lograr mejoras energéticas con alto retorno. Se estima que apenas un 6% de inversión adicional podría aportar hasta el 20% de las mejoras en intensidad energética para 2030. Aun así, muchas compañías aún no priorizan estas inversiones como estratégicas para su rentabilidad futura.
- 6% de inversión adicional podría aportar hasta el 20% de las mejoras en intensidad energética para 2030.
- Muchos no priorizan inversiones energéticas como estratégicas para su rentabilidad futura.
Beneficios tangibles y positivos secundarios
La gestión energética, entendida como el monitoreo, control y optimización proactiva del consumo energético, ha demostrado ser una herramienta altamente eficaz. Según estudios de caso en 40 países, las empresas lograron un ahorro promedio del 11% en el primer año de implementación. Casos como una textil en India reduciendo su consumo en más de 30% evidencian el potencial de estas prácticas.
Impacto en la digitalización y la IA
Además de los ahorros directos en energía, la gestión energética impulsa la digitalización de procesos y el uso de inteligencia artificial para optimizar la demanda. Se proyecta que estas mejoras digitales podrían ahorrar, para 2035, el equivalente al consumo energético actual de México. También genera beneficios no energéticos como mayor productividad, menor impacto ambiental y condiciones laborales más seguras, elevando su valor total entre un 40% y 250% más.
Contribución a la estabilidad de las redes eléctricas
En un contexto de electrificación creciente y redes eléctricas saturadas, la eficiencia energética también contribuye a aliviar la carga de los sistemas eléctricos. Ejemplos como el de una farmacéutica en Irlanda, que logró ingresos por EUR 200 mil gracias a su participación en servicios de respuesta a la demanda, subrayan cómo la gestión energética protege operaciones críticas.
Impulso desde las políticas públicas y los estándares
Para incentivar estas prácticas, los gobiernos están promoviendo estándares como ISO 50001 y políticas públicas como el programa “50001 Ready” del Departamento de Energía de EE.UU. La IEA, por su parte, lanzó el Energy Efficiency Implementation Drive y el Progress Tracker para apoyar la formulación de políticas efectivas. En un escenario donde la acción inmediata es crucial, la eficiencia energética industrial se consolida como una de las herramientas más potentes, rentables y subutilizadas para construir un futuro resiliente y sostenible.
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