El proyecto minero de Simandou, ubicado en Guinea, enfrenta despidos masivos pese a su potencial de transformar la economía local. Tras alcanzar un notable pico de empleo durante su construcción, la operación de esta gigantesca mina de hierro requerirá una fuerza laboral considerablemente menor. Esta situación genera incertidumbre respecto al impacto económico y social en la región.
Despidos masivos en la mina de Simandou
La mina de Simandou, conocida por albergar una de las mayores reservas sin explotar de mineral de hierro en el mundo, vive un momento de transición. Durante el pico máximo de construcción, la obra involucró a más de 60.000 trabajadores en los años 2024 y 2025. Sin embargo, tras comenzarse a preparar la fase operativa, el número de empleados necesarios se reducirá a apenas 15.000, según información de Reuters. Este cambio está afectando principalmente a trabajadores locales que contribuyeron significativamente a las etapas iniciales del megaproyecto.
Rio Tinto, que opera dos bloques mineros dentro de Simandou, destacó la participación de trabajadores guineanos durante la construcción, alcanzando un 82% de contrataciones locales entre los 25.000 empleados involucrados en su segmento del proyecto. A pesar de ello, en la fase de operación, la minera prevé emplear solo a unas 6.000 personas, incluyendo actividades relacionadas con la terminal de transbordo en el puerto. Este drástico descenso en fuerza laboral se atribuye al diseño del proyecto, que combinó simultáneamente la construcción del ferrocarril, puertos y otras infraestructuras.
Un ambicioso plan de desarrollo
El proyecto Simandou forma parte de una estrategia nacional más amplia llamada ‘Simandou 2040’. Este plan tiene como objetivo diversificar la economía de Guinea adaptándola hacia sectores como la agricultura, educación, transporte, tecnología y salud, entre otros. El coste estimado del programa asciende a 200.000 millones de dólares, esperando la financiación parcial de los ingresos mineros generados por Simandou. Asimismo, se anticipa que un porcentaje significativo del capital provenga de inversiones privadas.
La mina, con una capacidad de producción estimada de 120 millones de toneladas métricas de hierro al año, fue concebida para impulsar la economía guineana. No obstante, la concentración de actividades industriales y el impacto de los despidos masivos ponen en entredicho el papel del sector minero como motor de cambio social en el país. La culminación de toda la infraestructura minera y portuaria está proyectada para los próximos años, aunque los desafíos logísticos y sociales persisten.

