Exportación nacional. Los salares de las provincias de Salta y de Jujuy representan casi el 80 por ciento de la exportación nacional de litio.
Mucho se viene diciendo acerca del litio en los últimos tiempos. Que es el mineral estratégico del futuro, que Bolivia, Chile y Argentina -que conforman el «triángulo geopolítico del litio»- dependerán de él, incluso se llegó a afirmar que la disputa por este mineral estaba detrás de los recientes acontecimientos políticos de Bolivia.
Pero ¿qué hay de cierto en todo esto? La presencia del litio en el comercio de minerales está creciendo. Recientemente la empresa Tianqi Lithium Corp, de Sichuan, en el centro de China, sorprendió al mercado cuando le compró a la canadiense Nutrien su participación -del 23,77%- en la empresa chilena Sociedad Química y Minera por 4.066 millones de dólares, asegurándose una posición dominante en el sector al tener el control -directa o indirectamente- del 46% de la producción mundial, lo que le permite imponer tendencia en los precios, siempre que la demanda sea estable o creciente.
También son actores importantes en el mercado las estadounidenses Albemarle y Livent, la china Jiangxi Ganfeng Lithium, las canadienses International Lithium y Advantage Lithium y la australiana Talison Minerals.
En la Argentina, el cuarto productor mundial, la extracción del litio la encabeza -por inversiones- la empresa china Ganfeng, que en asociación con la canadiense International Lithium controlan la extracción de los salares de Salta y Jujuy, que representan casi el 80% de la exportación nacional. El resto lo extrae Livent en Catamarca.
Recientemente el Premio Nobel de Química les fue entregado a tres investigadores que desarrollaron las baterías de ion de litio y se espera que, reconversión energética del transporte mundial mediante, su producción tenderá a crecer en un lustro más.
Este mineral se usa no sólo para las baterías de los autos eléctricos, sino también en las baterías de los celulares, en dispositivos electrónicos, en la generación de energías limpias, como materia prima para compuestos cerámicos, en vidrios y hasta con fines medicinales.
Pero el litio se ha mostrado históricamente volátil en el mercado. Como todas las tierras raras y minerales estratégicos, su valor también depende de las especulaciones acerca de su uso. Entre 2009 y 2011, las expectativas globales de crecimiento generado por el auge de potencias regionales como China e India, la revolución de la microelectrónica y el cambio hacia una economía verde, impulsaron la «novedad del litio».
En octubre de 2014 las acciones de empresas como RB Energy de Vancouver, Canadá, de Avalon Rare Metals y de Lithium Americas -entre otras muchas empresas junior que se aventuraron en el mercado del litio- se desplomaron a poco de comenzar a cotizar en bolsa.
Las expectativas se renovaron sobre todo en 2016, cuando el mercado mundial del litio y sus derivados alcanzaron un volumen comercializado de 260.000 toneladas y los expertos calcularon una proyección para 2022 que rondaría las 400.000 toneladas.
El litio se convertía así en el mineral del momento. Albemarle, Livent y Tianqi anunciaron grandes carteras de ganancia y el crecimiento del mercado no parecía tener fin. Incluso un informe sobre el mercado del litio, emitido en 2017 por el Ministerio de Energía y Minería de la Nación, reflejaba este optimismo al sostener que «la tonelada de carbonato de litio dio cuenta de un incremento del 48,02% al pasar de un promedio de 5.050 dólares en 2014 a 7475 dólares en 2016, con picos en el segundo semestre del año que superaron los 9.000 dólares». Pero este pronóstico optimista, como el mercado, se diluyó.
Octubre de 2018 pronosticó el mal año que se avecinaba para el litio. Esta vez la sobreproducción generó una nueva crisis en el sector. Las acciones de Livent, una vez anunciado que la oferta superaba la demanda, cayeron 5%, mientras que las de Ganfeng Lithium cayeron el 10%.
En febrero de este año la crisis se profundizó. Livent vio desplomarse sus acciones un 10% y Albemarle y la chilena Sociedad Química y Minera un 3%. Sólo en los últimos 12 meses el litio a nivel global perdió casi el 40% de su valor, aunque el extraído de salares chinos se precipitó a la mitad de su precio. La caída de las ventas de autos eléctricos en China, cuyas baterías exigen un litio de alta calidad, el crecimiento del cobalto y del coltán como minerales estratégicos -que pueden reemplazar en algunos casos al litio- y los malos cálculos de las compañías con respecto a las exigencias de la demanda, donde mostraron la incapacidad del sector para generar un mercado estabilizado, fueron los causantes.
Analistas de Albemarle creen que la crisis se podría extender hasta por unos 18 meses más y comenzaron una brusca frenada de la inversión destinada a las plantas de procesamiento. Y si bien las protestas en Chile también han restado oferta, de poco más de 500 toneladas, la sobreproducción existe y seguramente el mercado del litio se estabilizará pero con precios a la baja.
Si el litio influyó o no en la crisis boliviana es difícil de evaluar. En todo caso, inicialmente, el Comité Cívico Potosinista -Comcipo-, liderado por el dirigente social Marco Antonio Pumari, obligó a Morales a romper un acuerdo alcanzado entre Yacimientos de Litio Bolivianos, la alemana ACI Systems Gmbh y la china Xinjiang por la explotación del salar de Uyuni, el mayor del mundo, ya que no estaban conformes con las regalías del 3% que quedarían en Potosí.
Pero es difícil culpar a las empresas internacionales o a gobiernos de estar detrás de los cuestionamientos potosinos a Morales, por varios motivos. Por un lado, el mentor intelectual de Pumari es Juan Carlos Zuleta Calderón, que es asesor del gobierno de Chile, pero que ha trabajado para la empresa china Sinosteel Equipment y Engineering Co.. Por otro, porque fueron empresas chinas las que se mostraron rápidas en reemplazar al capital alemán. Y finalmente porque la exigencia del 11% de regalías que pedía Pumari era un margen más que atractivo como para responder sólo a intereses puramente localistas.
El mercado mundial del litio está en disputa, pero lo cierto es que la competencia se muestra casi resuelta y la van ganado los capitales chinos. La potencia asiática controla directa o indirectamente la mitad de las reservas del «oro blanco» a nivel global, posee salares, plantas de procesamiento, fabrica las baterías de ion de litio y la mayoría de los autos eléctricos que las usan. En definitiva, tiene una posición dominante que le permitirá a la larga establecer los precios del mercado.
Existen muchos mitos en torno al litio y siempre la teoría conspirativa encuentra ávidos lectores y sostenedores. Algunas son ciertas, propias de las disputas económicas, ideológicas y políticas que se dan en el mundo, pero otras son simplemente elucubraciones difíciles de sostener.
Ya lo dice el publicista español Eduardo Madinaveitia cuando sostiene que «tendemos a creernos aquello que está más cerca de nuestras ideas, nuestras opiniones o nuestra ideología; nos convencen más nuestras emociones que la mejor serie de datos contrastados», una frase que si bien la aplica al marketing, se ajusta perfectamente al concepto de post-verdad que se expresa en las redes sociales, pero que previamente impera en las sociedades actuales.
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