Los impactos ambientales que enfrenta la minería están impulsando un proceso de transformación que abre espacio para la innovación.
Chile es el principal productor mundial de cobre y un actor clave en la extracción de litio, molibdeno y otros minerales estratégicos. La minería representa cerca del 14 % del PIB nacional y más del 55 % de las exportaciones, convirtiéndose en un sector fundamental no solo para el desarrollo económico, sino también para la transición energética global.
“El futuro de la minería chilena depende de su capacidad de evolucionar hacia una industria carbono-neutral, resiliente al cambio climático y respetuosa de los ecosistemas”, explica Hernán Bugueño, Jefe de la Unidad de Eficiencia y Sustentabilidad de la División Tecnológica de la Construcción de IDIEM.
Oportunidades en medio de los desafíos
Los impactos ambientales que enfrenta la minería están impulsando un proceso de transformación que abre espacio para la innovación:
Transición energética: la electrificación de maquinaria y contratos con fuentes renovables ya permiten avanzar hacia operaciones carbono-neutrales.
Gestión hídrica sustentable: más del 50 % de los nuevos proyectos incluye agua de mar desalinizada y la recirculación supera el 75 % en varias faenas.
Eficiencia energética: la minería está integrando energías renovables y sistemas de almacenamiento, aportando a la estabilidad de la red nacional.
Relación con el territorio: destacan iniciativas de minería regenerativa y programas de conservación de biodiversidad en conjunto con comunidades.
Bugueño, detalla algunas líneas estratégicas para una minería baja en carbon, tales como:
Descarbonización y energía limpia: pruebas de camiones a hidrógeno verde, recuperación de calor en fundiciones y filtros de alta eficiencia.
Eficiencia hídrica: plantas desalinizadoras de más de 1.000 l/s y modelos satelitales para optimizar el uso del agua.
Economía circular: pilotos para reutilizar relaves en hormigones y reciclaje industrial de metales.
Protección de ecosistemas: programas de restauración de hábitats y monitoreo hidrológico de largo plazo.
Innovación tecnológica: operaciones autónomas y uso de IA para optimizar procesos y reducir incidentes de seguridad.
El especialista advierte que en la transformación de la minería, también exige cambios organizacionales, entre los que se cuentan: la gobernanza colaborativa, que fortalece el diálogo temprano con comunidades y mesas multiactor; la transparencia ESG mediante la publicación de huellas hídricas y de carbono verificadas internacionalmente; la formación de capital humano, mediante la capacitación en energías limpias, electromovilidad y gestión digital de procesos.
“La minería chilena tiene la oportunidad de ser motor de cambio. Lo que se innove aquí en eficiencia, energías limpias y restauración ambiental puede convertirse en modelo de referencia para la minería global”, concluye Bugueño.
Fuente: Nueva Minería