Alianza entre el Estado y la academia busca transformar un recurso en declive en una industria de alto valor agregado, con proyección ambiental, productiva y regional.
La firma de un convenio entre el Ministerio de Minería y la Universidad del Bío-Bío abrió un nuevo capítulo para el futuro productivo de la cuenca carbonífera del Biobío. En un contexto marcado por el cierre progresivo de termoeléctricas y la caída estructural de la demanda térmica, la iniciativa apunta a reposicionar al carbón mineral mediante el desarrollo de tecnologías asociadas al carbón activado, un insumo estratégico en industrias ambientales, sanitarias y productivas.
El acuerdo, de carácter público-privado, tiene como eje la investigación aplicada y la innovación científica, con el objetivo de generar alternativas de reconversión industrial sustentable. transformar un recurso históricamente extractivo en un producto de mayor valor agregado y demanda creciente, alineado con la transición energética.
Investigación aplicada como motor del cambio
El corazón del proyecto está en la Universidad del Bío-Bío, a través de su Laboratorio de Química Aplicada y Sustentable. Según explicó su director, Ramón Ahumada Rudolph, el trabajo se concentra en mejorar las propiedades químicas del carbón activado para aplicaciones ambientales, especialmente en tratamiento de aguas, purificación de aire y control de olores industriales.
“El carbón activado tiene un uso extendido en sectores como minería, alimentos y vitivinicultura. En Chile, uno de los principales compradores es SQM, pero todo el insumo es importado”, señaló el académico. Este dato es central: entre 2020 y septiembre de 2025, el país importó cerca de 8.900 toneladas de carbón activado, abriendo una oportunidad concreta de sustitución de importaciones y reducción de costos logísticos.
Mercado, regulación y oportunidad regional
A nivel global, el mercado del carbón activado muestra un crecimiento acumulado cercano al 31% en 2024 y 2025, impulsado por regulaciones ambientales más estrictas. Los precios internacionales se han mantenido relativamente estables, entre US$ 2,30 y US$ 2,40 por kilo, con una demanda diversificada que permite absorber nueva oferta.
Desde el Gobierno, la subsecretaria de Minería, Suina Chahuán Kim, destacó que el objetivo es habilitar nuevos mercados para un recurso cuya demanda tradicional ha disminuido. “Buscamos otros usos alternativos para el carbón, de modo que no se detenga la producción y se generen nuevas oportunidades económicas”, afirmó.
En la misma línea, el seremi de Minería del Biobío, Dusan Marinovic, subrayó que el proyecto ya superó la fase de validación técnica básica y cuenta con evidencia de mercado suficiente para avanzar hacia etapas superiores.
Pilotaje industrial y empleo local
Uno de los próximos hitos será el desarrollo de un piloto industrial que permita evaluar la factibilidad económica a mayor escala. Actualmente, la universidad dispone de infraestructura capaz de producir hasta cinco kilos por proceso, pero el desafío es escalar hacia una producción que abastezca el mercado nacional.
El delegado presidencial del Biobío, Eduardo Pacheco, enfatizó que esta iniciativa se inserta en el Plan de Fortalecimiento Industrial y busca reactivar territorios históricamente ligados al carbón, como Curanilahue, generando empleo y encadenamientos productivos sin repetir modelos extractivos de alto impacto.
Así, el carbón activado emerge como una alternativa concreta para articular ciencia, política pública y mercado, ofreciendo al Biobío una vía realista de reconversión productiva en un escenario de transición energética.

