El Departamento de Justicia de Estados Unidos había propuesto la medida más drástica contra Google: obligarla a vender Chrome, el navegador más usado del mundo, para debilitar su monopolio en búsquedas. La lógica era clara: sin su principal canal de distribución, el ciclo de dominio de Google en el mercado de buscadores podría romperse.
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La irrupción de la inteligencia artificial
El juez Amit Mehta rechazó esa solicitud el pasado 2 de septiembre. El motivo central fue el cambio de escenario provocado por la inteligencia artificial generativa. Herramientas como ChatGPT, Claude y Perplexity se han convertido en nuevas alternativas de búsqueda, alterando un panorama que parecía inmutable desde hace décadas.
Nuevas reglas para Google
Aunque Google conservará Chrome, la sentencia impone restricciones significativas:
- Prohibición de pagar a Apple, Samsung y otros socios para ser el buscador predeterminado.
- Obligación de compartir su índice de búsqueda, grafo de conocimiento y ciertos datos de usuarios y publicidad con competidores.
- Implementación de pantallas de elección reales para los usuarios y mayor transparencia en subastas de anuncios.
- Supervisión de un comité técnico independiente para garantizar el cumplimiento.
Competencia en la era de la IA
El tribunal concluyó que, gracias a la IA, por primera vez en años existen competidores capaces de presionar a Google. Microsoft integró modelos de OpenAI en Bing, mientras que startups como Perplexity apuestan por interfaces conversacionales que transforman la forma de buscar información.
Google se salva, pero el foco está en Gemini
La resolución busca evitar que Google replique su estrategia de dominio en el terreno de la IA. El juez advirtió que si la empresa intenta cerrar la distribución de Gemini de la misma manera que lo hizo con Search, enfrentará nuevos problemas legales.
Un giro inesperado gracias a ChatGPT
Paradójicamente, el éxito de ChatGPT fue un factor clave para que el juez considerara innecesario forzar la venta de Chrome. El auge de la IA generativa creó condiciones de competencia que ni siquiera Google había previsto, inclinando la balanza hacia una solución menos drástica.
