Un estudio en la bahía de Coquimbo reconstruye 600 años de historia climática, eventos extremos y su impacto ambiental.
Un canal submarino como registro climático
Investigadores han identificado un canal submarino en la bahía de Coquimbo, posiblemente el “cañón del Elqui”, que actúa como trampa de sedimentos y permite analizar eventos pasados. Este descubrimiento fue posible gracias al análisis de un testigo de sedimento de 83 centímetros de longitud extraído del fondo marino. «Se sabe que la bahía de Coquimbo tiene, bajo el agua, una especie de canal submarino, que es como la proyección del río Elqui. Ese cañón puede actuar como trampa de sedimentos», explicó el Dr. Antonio Maldonado, investigador del Centro Científico CEAZA.
El estudio, realizado en el marco del Proyecto CLAP por entidades como el CEAZA, la Universidad Católica del Norte y el CNRS – M2C de Francia, permitió reconstruir variaciones ambientales y eventos climáticos extremos de los últimos 600 años. La Dra. Karen Araya añadió que mediante un enfoque multiproxy identificaron nueve unidades sedimentarias, relacionadas con fases climáticas “tipo La Niña”, aportes continentales y huellas de tsunamis.
Impacto de La Niña en la productividad marina
El fenómeno La Niña tiene un efecto directo en la productividad marina de la bahía, favoreciendo la surgencia y la disponibilidad de nutrientes. Esto incrementa la producción de plancton pero disminuye los niveles de oxígeno en el fondo marino debido a la descomposición del material orgánico. Según la Dra. Praxedes Muñoz, de la Universidad Católica del Norte, estas condiciones podrían estar relacionadas con una ventilación del fondo marino que supera el efecto del alza de productividad primaria en la región.
Esta dinámica podría estar asociada a una interacción entre fenómenos como El Niño/La Niña y la Zona de Mínimo Oxígeno (ZMO), lo que también se observa en zonas cercanas como Guanaqueros y Tongoy. Esto plantea interrogantes sobre la relación entre productividad marina y variaciones climáticas en la región.
Registros históricos de tsunamis
El análisis del testigo sedimentario permitió identificar tres grandes eventos de tsunamis en los años 1420, 1471 y 1751, eventos que, según el Dr. Maldonado, tuvieron que ser de alta magnitud para dejar registros tan claros. «El terremoto de 2015 no quedó registrado, así es que es posible que anteriores fueron más intensos», resaltó. Las capas dejadas por los tsunamis presentan características únicas, como contactos basales erosionados, cambios granulométricos y caída de diatomeas, indicadores de eventos de alta energía.
Estos hallazgos complementan registros identificados en otras áreas como la bahía de Tongoy y la desembocadura de Quebrada de Los Choros, fortaleciendo el conocimiento sobre eventos tectónicos en la región.
Lecciones para afrontar el cambio climático
El estudio también aporta herramientas para comprender cómo podrían responder los sistemas costeros de la región frente a futuros cambios climáticos y actividades humanas como la minería o la agricultura. La Dra. Araya señaló que «la geoquímica nos permite ver si hay cambios por industrialización, minería o agricultura en comparación con un periodo preindustrial».
Finalmente, los investigadores destacan que estos registros históricos ayudan a proyectar escenarios futuros y su relación con procesos naturales como la pérdida de sedimentos. Dicho estudio fue publicado bajo el título “Reconstruction of oceanographic and climatic changes over the past ∼600 years over Coquimbo Bay, Chile (30°S)” y contó con la participación de instituciones como el INACH, la Universidad de Magallanes y la Sociedad Chilena de Arqueología (SCHA).

