La administración de Donald Trump está en el centro de una renegociación que ha sacudido el mundo de la energía y la economía. Buscando una participación de hasta el 10% en Lithium Americas, la compañía detrás del proyecto de litio más grande de Estados Unidos, el gobierno interviene de forma directa para asegurar sus intereses. La medida no solo redefine el acuerdo de un préstamo de $2.26 mil millones de dólares (USD), sino que también establece un nuevo precedente en cómo Washington gestiona sus industrias estratégicas.
El pulso por Thacker Pass: una mina de oro blanco en el desierto de Nevada
Ubicada a unos 40 kilómetros de la frontera con Oregón, la mina Thacker Pass se perfila como un pilar fundamental en la estrategia de seguridad nacional de EE. UU. Este proyecto, que se espera sea la mayor fuente de litio del hemisferio occidental, tiene como objetivo reducir la dependencia de la cadena de suministro china, que actualmente procesa más del 75% del litio mundial.

Aunque la mina fue aprobada por el mismo Trump en su primer mandato y el préstamo fue formalizado por la administración Biden, la actual Casa Blanca ha puesto un freno a la financiación. Según fuentes cercanas a las negociaciones, la preocupación principal es la capacidad de Lithium Americas para devolver el préstamo en un contexto de precios de litio a la baja, exacerbado por la sobreproducción china. Un funcionario de la administración, que se mantuvo en el anonimato, fue contundente: «El presidente Trump apoya este proyecto. Quiere que tenga éxito y también sea justo con los contribuyentes. Pero no existe el dinero gratis.»
La estrategia de intervención directa: un patrón emergente en la economía estadounidense
Esta no es la primera vez que la administración Trump busca una participación accionaria en una empresa clave. La medida sigue un patrón de intervención directa, similar a las tomadas con Intel y MP Materials, para promover industrias consideradas críticas para la seguridad nacional. El objetivo es claro: Washington quiere más que un rol de prestamista; busca ser un socio directo y tener voz en la dirección de la compañía.
Como parte de esta renegociación, el gobierno también presiona a General Motors (GM), un socio clave en el proyecto, para que garantice la compra del litio y ceda parte de su control sobre la mina. GM, que invirtió $625 millones de dólares (USD) y tiene el derecho de comprar la totalidad del litio de la primera fase, se ha mostrado confiado en el proyecto. «Estamos seguros en el proyecto, que apoya los objetivos de la administración», declaró un portavoz de la compañía.
Impacto en el mercado y la geopolítica del litio
La noticia de la posible participación gubernamental ha provocado una reacción inmediata en el mercado. Las acciones de Lithium Americas se dispararon, subiendo aproximadamente un 80% en las operaciones posteriores al mercado. Mientras la compañía y el Departamento de Energía se mantienen en «discusiones activas», el futuro del proyecto y la relación entre el gobierno y las empresas privadas penden de un hilo.
El desenlace de estas negociaciones no solo definirá el destino de Thacker Pass, sino que también enviará una poderosa señal sobre la nueva era de intervencionismo económico en Estados Unidos, una era donde la seguridad nacional y la participación estatal se entrelazan de una forma sin precedentes. Este es un nuevo capítulo en la carrera global por el «oro blanco», un metal que se ha convertido en el corazón de la transición energética y un campo de batalla geopolítico.
¿Será este un nuevo modelo de cooperación o un indicio de un control más estricto sobre las industrias estratégicas? Solo el tiempo lo dirá.