El mercado energético enfrenta un nuevo punto de inflexión, marcado por expectativas de distensión en Europa del Este y un escenario de abundante suministro que presiona a la baja los precios internacionales del crudo.
Los precios internacionales del petróleo rompieron esta semana un umbral clave, al ubicarse por debajo de los US$ 60 por barril tanto en el mercado europeo como en Estados Unidos, alcanzando niveles no vistos en los últimos siete meses. El movimiento refleja un cambio relevante en las expectativas del mercado, que combina factores geopolíticos con un creciente desequilibrio entre oferta y demanda.
Según datos de Reuters, los futuros del Brent —referencia para Europa— retrocedieron hasta los US$ 59,67 por barril, mientras que el West Texas Intermediate (WTI), marcador clave para América y Chile, se situó en torno a los US$ 55,9. Ambos contratos se acercan así a sus valores más bajos desde mayo, confirmando una tendencia descendente que se ha intensificado en las últimas jornadas.
Expectativas de paz y presión geopolítica a la baja
Uno de los principales catalizadores de esta caída ha sido el renovado optimismo en torno a un eventual acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania. La posibilidad de una resolución del conflicto ha reactivado las proyecciones de un retorno gradual del petróleo ruso a los mercados internacionales, hoy parcialmente restringido por sanciones occidentales.
“El mercado está evaluando un escenario en el que podrían reaparecer volúmenes rusos adicionales, lo que incrementaría aún más el sobreabastecimiento global”, señaló Janiv Shah, analista de Rystad Energy. En los últimos días, declaraciones desde Washington, Kiev y Bruselas han alimentado esta percepción, pese a que Moscú ha reiterado que no contempla concesiones territoriales.
Sobreoferta estructural domina el escenario
Más allá del frente geopolítico, el factor determinante sigue siendo el exceso de oferta. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados han iniciado desde abril un proceso de aumento gradual de producción, con el objetivo de recuperar cuota de mercado. A ello se suma el sostenido incremento del suministro por parte de productores fuera del cartel, liderados por Estados Unidos.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha advertido que el superávit proyectado para el próximo año podría convertirse en el mayor jamás registrado, con una diferencia superior a los cuatro millones de barriles diarios entre producción y consumo. Esta situación ha reforzado la percepción de que el mercado enfrenta un ciclo prolongado de precios contenidos.
Impacto económico y señales desde China
El contexto se ve agravado por señales de debilidad en la economía china, el mayor importador mundial de crudo. Indicadores recientes muestran una desaceleración de la producción industrial y un menor dinamismo del consumo interno, lo que ha generado dudas sobre la capacidad de la demanda global para absorber el exceso de suministro.
Para países importadores netos como Chile, donde más del 90% del petróleo es adquirido en el exterior, la baja del crudo tiene un efecto directo en los costos energéticos y la inflación. Analistas coinciden en que este escenario podría contribuir a una moderación de las presiones inflacionarias durante 2026, consolidando un entorno macroeconómico más benigno.
En síntesis, la combinación de expectativas de paz y un exceso histórico de oferta está redefiniendo el equilibrio del petróleo a nivel global, con implicancias que van más allá del sector energético y alcanzan a la economía mundial.

