La formalización del oro privado podría convertirse en una herramienta fiscal estratégica para Italia.
Una propuesta inédita para blanquear oro privado
El gobierno italiano evalúa una medida sin precedentes destinada a formalizar una parte significativa del patrimonio oculto que circula fuera del sistema financiero: el oro no declarado. La iniciativa permitiría que los hogares regularicen lingotes, monedas y joyas sin respaldo documental mediante el pago de un impuesto sustitutivo del 12,5%, equivalente al gravamen que pagan actualmente los bonos soberanos. Con esta fórmula, las autoridades buscan incentivar la declaración voluntaria y reducir la informalidad en uno de los mercados de refugio patrimonial más importantes de Europa. En ese marco, especialistas señalan que “la formalización del oro privado podría convertirse en una herramienta fiscal estratégica para Italia”.
En la actualidad, quienes venden oro no declarado están sujetos a un impuesto del 26% sobre el valor total de la operación, una carga considerada “punitiva” por analistas y asociaciones de consumidores. Este factor ha contribuido a que miles de familias mantengan sus tenencias en la informalidad, perpetuando un circuito paralelo que escapa a la fiscalización tributaria. La nueva ventana de regularización —que se extendería hasta junio de 2026— contempla el pago del 12,5% en una o hasta tres cuotas, con la posibilidad de registrar legalmente los activos y darles trazabilidad.
Un patrimonio oculto que supera las 5.000 toneladas
Italia es, junto con India, uno de los países con mayor acumulación de oro en manos privadas. Las estimaciones oficiales indican que los hogares poseen entre 4.500 y 5.000 toneladas de oro sin declarar, equivalentes a un valor de mercado cercano a los 500.000 millones de euros. Se trata de un patrimonio cultural, económico y familiar que se ha transmitido durante generaciones, muchas veces sin documentación que acredite el origen o la propiedad formal.
Si solo una fracción de este stock ingresara al régimen especial, el Tesoro italiano calcula una recaudación extraordinaria superior a los 2.000 millones de euros, una cifra relevante en un contexto fiscal marcado por altos niveles de deuda pública y un estrecho margen de maniobra presupuestaria. Esta eventual inyección permitiría fortalecer las cuentas fiscales sin recurrir a aumentos de impuestos generales.
Impactos en transparencia, liquidez y sistema financiero
La medida tendría efectos directos en la economía formal y en la dinámica del mercado del oro. La incorporación de parte del metal al circuito oficial incrementaría la liquidez y reduciría el espacio para operaciones opacas, dificultando prácticas vinculadas al lavado de dinero o la evasión tributaria. Asimismo, ofrecería seguridad jurídica a familias que poseen oro heredado y que, hasta ahora, no pueden demostrar su origen.
Al equiparar el oro con instrumentos de ahorro tradicionales, como los bonos soberanos, la propuesta también mejora el perfil impositivo de estos activos, posicionándolos como vehículos financieros más competitivos. Para analistas, la iniciativa responde a una lógica pragmática: evitar la fuga de oro hacia otros mercados con regulaciones más flexibles y, a la vez, captar recursos para una economía que necesita fortalecer sus ingresos.
Un debate que trasciende las fronteras italianas
La propuesta italiana abre una discusión más amplia sobre cómo los Estados pueden formalizar activos no declarados sin desalentar la inversión. En Europa, la medida ya genera interés, especialmente en países donde el ahorro en metales preciosos es habitual. Pero su alcance podría ir más allá: en América Latina —donde la informalidad patrimonial es un fenómeno extendido y la tenencia de oro en hogares es significativa— un esquema similar podría atraer a gobiernos que buscan ampliar su base tributaria sin aumentar la presión fiscal convencional.
La clave, según expertos en política tributaria comparada, estará en encontrar un equilibrio entre incentivos suficientes para promover la declaración voluntaria y mecanismos de control que eviten la generación de nuevas brechas de informalidad.
¿Un modelo exportable?
La pregunta ya comenzó a instalarse entre economistas, reguladores y autoridades financieras:
¿Podría replicarse en países latinoamericanos un esquema de regularización de oro inspirado en Italia?
La respuesta dependerá del contexto político, la magnitud del mercado informal y la capacidad institucional para fiscalizar activos históricos o heredados. Sin embargo, la experiencia italiana podría ofrecer una hoja de ruta para naciones con desafíos similares.
