La creciente demanda mundial de cobalto, níquel y tierras raras —minerales esenciales para baterías, turbinas eólicas y dispositivos electrónicos— ha impulsado a gobiernos y empresas a mirar hacia el fondo del mar como la próxima frontera extractiva. Sin embargo, la comunidad científica advierte que la minería submarina podría causar daños irreversibles en los ecosistemas más inexplorados del planeta.
“Estamos a punto de abrir una caja de Pandora en uno de los ecosistemas más vulnerables de la Tierra”, alertó Diva Amon, bióloga marina y asesora científica de la ONU. “La minería en aguas profundas podría destruir hábitats que tardaron millones de años en formarse”, añadió.
Según estimaciones recientes, menos del 1% del fondo oceánico ha sido explorado, pero en regiones como la zona Clarion-Clipperton, en el Pacífico, ya se han identificado más de 5.000 especies, de las cuales el 80% son nuevas para la ciencia. Esta área, rica en nódulos polimetálicos que contienen minerales críticos, enfrenta la amenaza de una explotación industrial que podría devastar ecosistemas milenarios en cuestión de horas.
“El principal problema es la falta de regulaciones ambientales efectivas y la escasez de datos sobre el impacto real de estas actividades”, advirtieron los exdirectores científicos de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), Mulsow y Stefan Bräger.
Riesgos climáticos y pérdida de biodiversidad
Craig Smith, oceanógrafo de la Universidad de Hawái, fue categórico: “No hay forma de extraer estos minerales sin causar un daño significativo”. Además del impacto sobre la biodiversidad, los expertos advierten que la minería en aguas profundas podría alterar procesos clave de almacenamiento de carbono en los sedimentos marinos, exacerbando la crisis climática global.
Más de 800 científicos y organizaciones como la UICN han pedido una moratoria mundial sobre la minería submarina hasta contar con una base científica sólida y una regulación internacional estricta.
España y Chile entre los países que firman moratoria
Ante la creciente preocupación, Francia, Alemania, Chile y España se sumaron a una declaración internacional para proteger los fondos marinos de la minería en alta mar. La iniciativa, liderada por Francia, busca detener la concesión de licencias hasta garantizar la conservación de los ecosistemas oceánicos.
España, además, ha anunciado la incorporación de cinco nuevas áreas marinas a la Red Natura 2000 y la creación del Parque Nacional del Mar de las Calmas, alcanzando un 25,7% de superficie marina protegida, con el objetivo de llegar al 30% para 2030.
La advertencia científica es contundente: “No podemos proteger lo que no conocemos, ni destruir lo que no podemos recuperar”.

