El metal blanco cierra 2025 con un alza superior al 150%, impulsado por la demanda financiera, su rol industrial y un contexto global marcado por volatilidad, inflación e incertidumbre geopolítica.
El mercado de los metales preciosos vivió un cierre de año marcado por la intensidad y la volatilidad, con la plata como protagonista indiscutida. En las últimas jornadas de 2025, los futuros del metal registraron movimientos de magnitud histórica, alcanzando nuevos máximos y consolidando un desempeño anual que supera ampliamente al del oro y al del cobre, configurando uno de los rallies más relevantes de las últimas décadas.
Durante la sesión más reciente, los contratos de la plata llegaron a transarse cerca de los US$ 74 la onza, tras haber tocado un récord intradía de US$ 80, un nivel inédito hasta ahora. Si bien el precio experimentó correcciones abruptas en el camino —incluida una caída diaria cercana al 9%, la mayor desde 2021—, el balance anual resulta contundente: un alza acumulada en torno al 150% en 2025.
Volatilidad extrema y participación especulativa
Analistas internacionales coinciden en que la fuerte volatilidad responde, en parte, a la elevada presencia de inversionistas minoristas y posiciones especulativas. “Es un movimiento histórico; no habíamos visto algo así en mucho tiempo”, señaló Jeff Kilburg, CEO de KKM Financial, en declaraciones difundidas por CNBC.
Desde una perspectiva estratégica, David Wilson, director de estrategia de materias primas en BNP Paribas, explicó que “una vez que se genera un impulso alcista, la plata tiende a atraer más capital”, reforzando los movimientos tanto al alza como a la baja.
Refugio financiero y motor industrial
Más allá de la especulación, el desempeño de la plata se sustenta en fundamentos estructurales. Al igual que el oro, el metal es considerado un activo de refugio frente a escenarios de inflación persistente, tensiones geopolíticas y un dólar estadounidense más débil. Este último factor ha abaratado el precio relativo de los metales para compradores internacionales, estimulando la demanda.
Sin embargo, a diferencia del oro, la plata posee un componente industrial clave. Su uso intensivo en la electrónica, los paneles solares, los centros de datos y los vehículos eléctricos la posiciona como un insumo estratégico en el proceso de transición energética y digital. Este doble rol —financiero e industrial— explica por qué su valorización en 2025 no solo superó el 66% registrado por el oro, sino que también dejó atrás el sólido avance del cobre.
Proyección y riesgos hacia 2026
El cierre de 2025 deja a la plata en una posición de fortaleza, aunque no exenta de riesgos. Los analistas advierten que la elevada volatilidad podría continuar en 2026, especialmente si se producen ajustes en la política monetaria de Estados Unidos o cambios abruptos en el apetito por riesgo global. No obstante, la plata ha dejado de ser un metal secundario y se consolida como un activo estratégico en el nuevo ciclo económico y tecnológico global.

