Chile, posicionado como líder mundial en la producción de cobre, enfrenta la urgencia de transformar su principal motor económico. La minería, que representa más del 60% de las exportaciones y posee una incidencia clave en el Producto Interno Bruto (PIB), busca equilibrar su competitividad con la sustentabilidad ambiental y social.
Bajo este escenario, iniciativas como la Política Nacional Minera 2050 trazan una hoja de ruta para convertir a la industria nacional en un referente de responsabilidad global. Este plan establece metas concretas para equilibrar los pilares ecológico, social y económico, respondiendo a las demandas de organismos internacionales y comunidades locales.
Metas de la Política Nacional Minera 2050
El plan estatal ha definido objetivos ambiciosos para mitigar el impacto de la actividad extractiva en el ecosistema. Entre las principales metas destacan:
- Reducir el uso de agua continental al 5% para el año 2040.
- Eliminar los relaves críticos hacia el 2030.
- Asegurar que el 100% de los contratos eléctricos provengan de fuentes renovables para 2050.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha identificado cuatro áreas críticas que el sector debe abordar: impactos ambientales, contaminación, salud ocupacional y tensiones sociales. Ejemplo de la necesidad de estos cambios estructurales fue el cierre de la Fundición Ventanas en Quintero.
La crisis hídrica y el uso de agua de mar
Uno de los desafíos más complejos para la minería en Chile es la escasez hídrica, particularmente en la zona norte. Según datos de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), la industria ha incrementado drásticamente el uso de agua de mar, ya sea directa o desalinizada.
En 2023, el 71% del agua utilizada por la minería del cobre provino del mar, lo que significó un aumento del 167% en comparación con 2021. Este cambio en la matriz de abastecimiento responde a la disminución de las leyes de los minerales, lo que obliga a procesar mayor cantidad de material y, por ende, a utilizar más agua.
Las proyecciones de Cochilco indican que para 2034, el consumo de agua de mar alcanzará los 16,53 m³/s, cubriendo el 69,8% de la demanda total del sector, mientras que el uso de agua continental caería un 39%.
Emisiones y transición energética
La industria minera también trabaja en la reducción de su huella de carbono. En 2018, el sector fue responsable del 17% de las emisiones nacionales, cifra que según algunos expertos podría bordear actualmente el 21% de las emisiones de CO2.
Claudio Canut de Bon, ingeniero civil especialista en minas, detalla el proceso de adaptación de las empresas: “Actualmente, la mayoría de las grandes compañías mineras ya están avanzando en esta transición. Dado que no es posible implementarla de forma inmediata, muchas optan por seguir y certificarse bajo el programa ISO 50.000, que fomenta el reemplazo del uso de petróleo por energía eléctrica y fuentes renovables”.
Avances y desafíos pendientes
Empresas como Codelco, específicamente en la División El Teniente, han mostrado avances en electromovilidad, reforestación y reciclaje. Asimismo, la minera Teck ha impulsado iniciativas de desarrollo regional y educación. A nivel de estándares, la adopción de certificaciones internacionales como el “Copper Mark” busca garantizar la transparencia y trazabilidad de los procesos.
A pesar de estos progresos, persisten retos significativos para el sector. Entre ellos se encuentran la implementación efectiva del hidrógeno verde para descarbonizar el transporte y las faenas, así como la necesidad de aumentar la infraestructura de plantas desalinizadoras para asegurar el suministro hídrico sin afectar a las comunidades ni a los ecosistemas continentales.