“La suspensión confirma que, para Noruega, la cautela pesó más que la urgencia por acceder a minerales estratégicos”.
Un acuerdo político que cambia el rumbo
Noruega decidió frenar por completo sus planes de minería en aguas profundas, imponiendo una moratoria que se extenderá hasta 2029, tras un acuerdo alcanzado entre el gobierno y el opositor Partido de la Izquierda Socialista para asegurar la aprobación del presupuesto nacional. La medida constituye un giro significativo respecto de la posición adoptada hace apenas 18 meses, cuando el Stortinget había autorizado el inicio del proceso para emitir licencias de exploración en el Ártico.
La suspensión confirma que, para Noruega, la cautela pesó más que la urgencia por acceder a minerales estratégicos, en una decisión que repercute directamente en la planificación europea para asegurar insumos críticos destinados a energías limpias y tecnologías de defensa.
El retroceso de un plan ambicioso
La moratoria sorprendió tanto a analistas como a empresas que ya habían presentado solicitudes para explorar los 386 bloques offshore propuestos por Oslo, equivalentes al 38% de los 280.000 km² aprobados por el Parlamento a comienzos de año. De acuerdo con Helen Amos, analista de BMO Capital Markets, la pausa supone “una reversión evidente” de los planes iniciales, que contemplaban la entrega de permisos dentro de 2024.
Antes del congelamiento, al menos dos compañías habían enviado solicitudes con miras a iniciar la minería submarina en la década de 2030. El interés del gobierno respondía a la posibilidad de reforzar la autonomía europea en el suministro de tierras raras, cobre, níquel y manganeso, elementos esenciales para la fabricación de baterías, imanes permanentes y componentes estratégicos militares.
Estados Unidos acelera mientras Noruega retrocede
El cambio noruego contrasta con la estrategia de Estados Unidos, donde la administración del presidente Donald Trump ha optado por acelerar la minería en aguas profundas como parte de su política de seguridad minera. En abril, el mandatario firmó una orden ejecutiva destinada a agilizar permisos y reducir la dependencia de suministros provenientes de Asia.
Pocos días después, la empresa The Metals Company (TMC) presentó solicitudes para un permiso de recuperación comercial y dos licencias de exploración que cubren cerca de 200.000 km² en la Zona Clarion-Clipperton, una de las regiones oceánicas más ricas en nódulos polimetálicos. Según estimaciones, estas áreas contienen más de 1.600 millones de toneladas húmedas de nódulos con cuantiosos volúmenes de níquel, cobre, cobalto y manganeso.
Mientras tanto, países como Japón y las Islas Cook también avanzan en sus propios programas de exploración, siguiendo el creciente interés internacional por el lecho oceánico como fuente alternativa de minerales críticos.
Debate ambiental y futuro incierto
Aunque defensores aseguran que la minería submarina tendría un impacto ambiental menor que la extracción terrestre, científicos y organizaciones sostienen que aún existen enormes interrogantes sobre la perturbación de ecosistemas sensibles y la recuperación de hábitats profundos. La decisión de Noruega refleja esta tensión y abre un periodo de análisis regulatorio más profundo hacia 2029.
Por ahora, el país nórdico se reposiciona como un actor prudente en un escenario global marcado por la pugna por abastecerse de minerales estratégicos sin comprometer irreversiblemente los ecosistemas marinos.