Las grandes tecnológicas estadounidenses ya no cabalgan juntas. El recelo sobre su capacidad para rentabilizar sus elevados planes de inversión en inteligencia artificial, ligado a unas valoraciones más que elevadas ha avivado el miedo al pinchazo de una burbuja, pero de momento el mercado está optando por la segregación. Así, desde el pasado 9 de octubre, jornada en Oracle alcanzó cotas históricas en Bolsa tras firmar acuerdos millonarios con OpenAI, xAI y Meta ligados a la IA, su acción se hunde un 32,6%. En ese mismo tiempo, Alphabet se dispara un 32% y Nvidia, antes icono de esta revolución digital, cede más del 5%. Sus cuentas, pese a ser mejores de lo esperado, no terminaron de despejar las dudas.
¿Es la IA una burbuja a punto de pinchar? Inversores y estrategas se afanan en las últimas semanas por tratar de responder a esta pregunta, de momento con victoria para el “no”… Aunque el debate se ha saldado con la venta de unos 10.000 millones de dólares en acciones de las grandes tecnológicas estadounidenses en las últimas cuatro semanas, según datos de Bank of America. Una recogida de beneficios liderada por los inversores institucionales y continuada por los pequeños inversores. Los estrategas de JP Morgan Banca Privada creen la exuberancia registrada en los mercados desde el lanzamiento de ChatGPT a finales de 2022 ha mantenido “cautivados” a los inversores por las promesas de la IA, pero descartan que haya “una burbuja a punto de estallar”. ”Ya sea al alza o a la baja, la IA será casi con certeza el factor más importante que impulsará los rendimientos del mercado de renta variable en los próximos años”, añaden.
Ahora bien, todas las empresas no caben en el mismo saco, y el mercado ya hace claras distinciones entre los distintos modelos de negocio y fuentes de financiación y busca nuevos ganadores del ecosistema de la IA. Nvidia, el todopoderoso fabricante de chips, caía ayer un 4% al cierre de las Bolsas europeas, arrastrando en su descenso a algunos de sus socios clave, como Oracle, Super Micro y CoreWeave, que registraban recortes menores. ¿El motivo? Los últimos avances de Alphabet en el desarrollo de unidades de procesamiento tensorial (TPU) han llevado a los analistas a vislumbrar cambios en un mercado de chips de IA dominado por Nvidia y a los que se sumó la semana pasada la presentación de la nueva versión de su modelo de IA, Gemini 3.0, con resultados mejores que los de la última versión de ChatGPT. Un “nuevo momento Deepseek” —el modelo de lenguaje IA de origen chino que generó turbulencias en las Bolsas a finales de enero por el elevado ahorro de costes que suponía frente a la herramienta de OpenAI—, apuntan desde Nomura, que añade un nuevo elemento desestabilizador.
“Nvidia vende chips. Alphabet posee todo el conjunto: chips, centros de datos y servicios en la nube”, sentencia Ruben Dalfovo, estratega de inversión de Saxo Bank. Una presión a la que se sumaría además la posibilidad de una alianza millonaria de Alphabet con con Meta para nutrir con los centros de datos de la matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp.
A todo esto se suma además el desembarco de Berkshire Hathaway en su capital a través de la compra de 17,85 millones de acciones valoradas en unos 4.300 millones de dólares. El respaldo a la matriz de Google por parte del holding de participadas creado por Warren Buffett, colocándola como su décima mayor inversión, coincide además con la reducción de su participación en Apple, valor del que se ha deshecho de un paquete de cerca de 42 millones de acciones entre junio y septiembre, dejando su posición con un valor aproximado de 61.000 millones de dólares. “Buffett ha dicho con frecuencia que no comprar Google hace años fue un error”, recuerda el experto de Saxo Bank, que añade que la inversión en Alphabet es “una reparación parcial, pero también una apuesta a futuro”.
En Goldman Sachs destacan que “Alphabet ha superado un superado el ‘muro de preocupación’ en los últimos 12 meses en torno al tema de la IA, y no vemos razones para sospechar una pausa o retroceso en sus desarrollos operativos que cambien la percepción de los inversores”. Una apuesta que se configura a ojos de los inversores como una apuesta segura, con ingresos recurrentes del negocio de la publicidad online y del cloud y que no genera dudas en cuanto a su capacidad de financiación.
Y es que si hasta bien hace poco recurrían a su propio dinero para financiar sus grandes inversiones en capex, en lo que va de 2025 los cinco mayores hiperescaladores de IA —Amazon, Alphabet, Microsoft, Meta y Oracle — han emitido más de 100.000 millones de dólares en bonos, manteniendo unos niveles de endeudamiento aún reducidos en conjunto.
No es el caso de Oracle, que ha recurrido con fuerza al mercado de bonos para financiar sus planes de crecimiento fruto de su acuerdo con OpenAI tras ver esfumarse la liquidez que tenía en su tesorería. Las dudas sobre la rentabilidad de su negocio se reflejan tanto en la evolución de sus acciones, que se alejan de máximos, como en los seguros de impago sobre sus bonos. Estos derivados, conocidos como credit default swaps (CDS), se han disparado hasta los 118 puntos básicos a máximos de 2022 convertidos en presa de los inversores especuladores que han visto cómo S&P Global Ratings ponía en perspectiva negativa la deuda de Oracle “debido a su perfil crediticio tensionado por el capex anticipado y la emisión de deuda para financiar el crecimiento acelerado de infraestructura de IA”.
A todo ello se suma el fin de una temporada de resultados que no ha ayudado a despejar los recelos sobre las grandes tecnológicas. En el tercer trimestre Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Meta y Tesla, conocidos como los siete magníficos, registraron el menor repunte de sus ganancias desde el primer trimestre de 2023, de acuerdo a datos de Factset. En conjunto, sus beneficios repuntaron un 18,4% entre junio y septiembre, por debajo de la media del 28,8% registrada en los cuatro trimestres anteriores.
