La inesperada renuncia de Mark Bristow conmociona el liderazgo de Barrick Mining, desatando especulaciones y preocupaciones. Tras casi siete años como presidente y director ejecutivo de la empresa, Bristow deja su cargo en un anuncio sorpresa que sacudió los mercados el lunes pasado.
Bristow, reconocido por liderar la fusión entre Barrick y Randgold en 2019, deja un legado marcado por retornos significativos para los accionistas, reducción de deuda y resultados financieros sólidos. Sin embargo, su gestión se vio empañada por una prolongada disputa en Malí, específicamente en la mina Loulo-Gounkoto, una vez la joya de la corona de Barrick en África.

La tensión en Malí se intensificó en los últimos meses debido a cambios en el código minero del país, que aumentaron las demandas gubernamentales sobre las empresas mineras, incluida Barrick. Mientras que otras compañías lograron acuerdos con las autoridades locales, Barrick resistió, lo que culminó en enfrentamientos legales y la detención de ejecutivos, incluyendo a Bristow, por parte del gobierno maliense.
La impactante partida de Bristow abre un nuevo capítulo para Barrick Mining, que designó a Mark Hill como su sucesor provisional. Hill, con una extensa trayectoria en la compañía en América Latina y Asia Pacífico, asume el control mientras la junta directiva inicia la búsqueda de un nuevo presidente ejecutivo a nivel global.
El futuro de Barrick y sus operaciones en Malí se vuelven inciertos en medio de esta transición, con la disputa en torno a Loulo-Gounkoto generando dudas sobre la estabilidad de la compañía en la región. La salida de Bristow representa un desafío para Barrick, que ahora enfrenta la tarea de restaurar la confianza de los inversionistas y la comunidad internacional en un momento crucial para la industria minera.