Según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), hacia el año 2030 cerca del 40% de las competencias laborales actuales dejarán de ser relevantes o se modificarán de forma significativa, y más de 150 millones de puestos de trabajo experimentarán una transformación en su naturaleza. Asimismo, dicho organismo estima que el reskilling global podría generar hasta USD 6,5 billones en crecimiento del PIB para 2030.
Frente a este escenario, la actualización y adquisición de nuevas competencias digitales, también conocido como reskilling digital, emerge como una necesidad estratégica, tanto para las organizaciones como para las personas. De acuerdo a algunas cifras, alrededor del 30% de los profesionales chilenos están hoy en un proceso de reskilling.

Entre los motivos que convierten al reskilling digital en un factor clave, está el hecho que eleva la competitividad laboral, pues posibilita que la persona crezca profesionalmente y acceda a mejores puestos de trabajo.
Asimismo, disponer de estas habilidades contribuye a que un individuo se adapte con más facilidad a los cambios, ya sea en materia de metodologías de trabajo o nuevas herramientas TIC.
Un tercer argumento radica en que tener trabajadores con habilidades digitales, junto con inyectar mayor eficiencia y productividad, genera soluciones que son más innovadoras.
Desde el punto de vista de las organizaciones, la decisión de promocionar la adopción de nuevas habilidades digitales entre los colaboradores ayuda a que las empresas e instituciones estén mejor preparadas para afrontar situaciones críticas o los cambios del entorno.
Algunos caminos para promocionar la actualización y adquisición de nuevas competencias digitales son:
Diseñar un plan de desarrollo personal. Es decir, reconocer fortalezas, detectar áreas de mejora y establecer objetivos claros ayuda a avanzar en el camino de la transformación digital, midiendo progresos y celebrando logros.
Cultivar el aprendizaje permanente. Destinar un espacio de tiempo semanal para explorar nuevas tecnologías, actualizarse con cursos en línea o avanzar en certificaciones especializadas asegura mantenerse vigente en un entorno digital en constante evolución.
Aprender haciendo. La idea es practicar con herramientas reales, desde software colaborativo hasta soluciones de análisis de datos e inteligencia artificial aplicadas a proyectos concretos.
Construir y participar en comunidades de aprendizaje. El intercambio de experiencias y buenas prácticas con colegas, equipos o redes profesionales no sólo enriquece la perspectiva individual, sino que acelera el crecimiento colectivo.
Desarrollar competencias digitales blandas. Más allá de lo técnico, habilidades como la comunicación efectiva en entornos virtuales, el pensamiento crítico y la colaboración remota, por ejemplo, marcan la diferencia en escenarios laborales dinámicos.
Actualmente, las transformaciones tecnológicas avanzan a una velocidad sin precedentes, modificando no sólo la forma en que trabajamos, sino también las habilidades que se requieren para estar vigentes en un mercado laboral cada vez más competitivo.
Por Benjamín Toselli, CEO y fundador de IT Hunters