Las recientes amenazas arancelarias de Donald Trump han profundizado la incertidumbre sobre el comercio mundial. Economistas advierten que Chile comenzará a sentir los efectos a partir de 2026, con un escenario externo más débil y restricciones crecientes al libre intercambio.

Durante las últimas semanas, el expresidente Donald Trump ha reactivado su ofensiva comercial con nuevos anuncios de alzas arancelarias que impactan a múltiples socios globales, entre ellos Chile. Su estrategia, basada en la imprevisibilidad, ha generado una ola de tensiones que, según expertos, tendrá efectos sostenidos a nivel internacional durante los próximos años.
Trump comunicó el pasado 2 de abril la aplicación de un arancel de 10% para todos los socios comerciales, como parte de su propuesta de “reciprocidad comercial”. Posteriormente, el 7 de julio, la Casa Blanca notificó a varios países asiáticos —incluyendo Japón, Corea del Sur e Indonesia— que enfrentarán aranceles entre 25% y 40% a partir del 1 de agosto. También se anunció un arancel superior al 50% para China y otro del mismo nivel para Brasil, en represalia política.
Chile no quedó al margen. La administración Trump anunció una tarifa de 50% para el cobre chileno, a aplicarse desde el 1 de agosto, sin especificar qué tipo de metal será gravado. Paralelamente, Estados Unidos investiga posibles aranceles sobre importaciones de madera y derivados forestales, otro sector clave de exportación chilena.
La presión sobre el comercio global
Estas medidas también afectaron a la Unión Europea, México y Canadá, con aranceles de entre 30% y 35%. El impacto ya comienza a sentirse: en Estados Unidos, la inflación anual se aceleró a 2,7% en junio, según el Bank of America, reflejando el traslado de los costos arancelarios al consumidor.
Para Chile, sin embargo, los efectos más relevantes se proyectan hacia 2026. “Se instalan barreras que llevarán a un menor comercio internacional y, por tanto, a un menor impulso externo”, advierte Sergio Lehmann, economista jefe de BCI.
Alejandro Fernández, socio de Gemines, prevé una caída de entre medio y un punto porcentual del crecimiento chileno para 2026, señalando que parte del efecto ha sido pospuesto por estrategias de compra anticipada. Fernández recomienda dilatar los acuerdos comerciales con EE.UU. hasta que los tribunales norteamericanos resuelvan la legalidad de las medidas impuestas por orden ejecutiva.
Chile negociará, pero la presión se mantendrá
Entre el 28 y 31 de julio, Chile sostendrá una nueva ronda de negociaciones con EE.UU. sobre el alza de aranceles. La subsecretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Claudia Sanhueza, detalló que las conversaciones abarcarán barreras arancelarias, comercio digital, seguridad económica y temas regulatorios.
Desde el mundo privado, las proyecciones también son sombrías. Leonardo Suárez, director de estudios de LarrainVial, estima un crecimiento global menor al 2% en 2026, con especial impacto en Asia emergente y un estancamiento total para Chile.
Felipe Lopeandía, de Deloitte, anticipa que los efectos se sentirán a largo plazo. “Nunca el proteccionismo ha beneficiado a la economía global”, advierte, y señala que las medidas actuales podrían empujar a Estados Unidos hacia un modelo de aislamiento económico.
Lopeandía agrega que, aunque Trump podría moderar su postura hacia las elecciones de medio término en EE.UU., la incertidumbre persistirá. A su juicio, solo un giro político claro podría modificar el rumbo actual.
Un mundo con menos comercio
Andrés Pérez, economista jefe para Latinoamérica de Itaú, coincide en que el escenario global se encamina hacia un modelo con más aranceles y menos apertura. Para Chile, esto implicará una pérdida del impulso externo y una proyección de crecimiento limitada al 2% hacia 2026.
“Los efectos en la actividad económica y la inflación se van a ver en el tiempo”, explica Pérez. Aunque reconoce que la economía estadounidense no ha mostrado deterioro inmediato, anticipa que las consecuencias llegarán, afectando directamente a economías abiertas como la chilena.
Finalmente, Lehmann (BCI) concluye que el entorno restrictivo se mantendrá por varios años. “Este impulso que venía del comercio global ya no estará. Esa cuenta se va a pagar”, sentencia.
Chile, como economía abierta, deberá prepararse para enfrentar un entorno global menos dinámico y con crecientes barreras al comercio. La factura de la guerra arancelaria de Trump ya está en camino.
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