El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, reiteró este miércoles su llamado a las grandes empresas estadounidenses a abandonar China y trasladar sus operaciones de vuelta a EE.UU., en medio de un nuevo episodio de tensiones comerciales entre ambas potencias.
La declaración se dio luego de que el gobierno chino anunciara un aumento en los aranceles a productos estadounidenses, elevándolos del 34% al 84%, en respuesta a un incremento tarifario decretado previamente por el propio Trump.
Incentivos para regresar a EE.UU.
A través de su red social TruthSocial, Trump aseguró que este es un “excelente momento para regresar al país”, destacando casos como el de Apple, que recientemente anunció una inversión de más de 500 mil millones de dólares en territorio estadounidense, con la creación de 20.000 empleos en los próximos cuatro años.
En su mensaje, el exmandatario prometió a las empresas que decidan retornar a EE.UU. beneficios como:
- Cero aranceles.
- Conexiones eléctricas y energéticas inmediatas.
- Procesos de aprobación sin retrasos ambientales.
«¡No espere, hágalo ya!», sentenció Trump, finalizando su publicación con su conocido lema político: “Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”.
Escalada comercial con China
La presión de Trump ocurre justo después de que China oficializara el aumento de aranceles a los productos estadounidenses, en reacción a una medida previa del expresidente que subió los gravámenes a productos chinos en un 50%, llevándolos al 104% en total.
El Ministerio de Finanzas chino indicó que la medida comenzará a regir el 10 de abril y la justificó como una respuesta al «repetido error» de EE.UU. al elevar sus aranceles unilateralmente.
En paralelo, el Ministerio de Comercio de China también anunció la inclusión de 12 empresas estadounidenses en su lista de control de exportaciones, entre las que se encuentran compañías vinculadas a sectores estratégicos como:
- Drones: BRINC
- Aeronáutica: Novotech
- Maquinaria: Marvin Engineering Company
- Tecnología de radares: Echodyne
Estas acciones marcan un nuevo capítulo en las tensiones comerciales entre Washington y Pekín, con un creciente impacto sobre la política industrial y tecnológica global.
