Aunque poco conocido fuera del ámbito industrial, el antimonio es un mineral clave en la fabricación de baterías, equipos militares, semiconductores y productos ignífugos. Su rol es tan crítico que su acceso puede definir el rumbo de industrias enteras. En plena guerra comercial entre Estados Unidos y China, este mineral ha pasado a estar en el centro de una batalla estratégica que se libra en las rutas comerciales internacionales.
Washington sigue recibiendo antimonio, pero con nuevos sellos

En diciembre de 2024, China impuso un veto a la exportación de varios minerales estratégicos hacia Estados Unidos —incluido el antimonio— como represalia por las sanciones impuestas por la administración Biden. La medida parecía sentenciar el suministro del mineral a las fábricas norteamericanas. Sin embargo, los datos de comercio exterior revelan un escenario completamente distinto: EE.UU. sigue recibiendo grandes cantidades de antimonio, aunque ahora bajo los nombres de México y Tailandia como países de origen.
Tailandia y México, nuevos canales de un flujo camuflado
Entre diciembre de 2024 y abril de 2025, Estados Unidos importó más de 3.800 toneladas métricas de óxidos de antimonio desde Tailandia y México. Lo curioso es que ninguno de estos países es reconocido por su producción significativa del mineral. La clave estaría en un mecanismo de transbordo y reetiquetado que convierte el antimonio chino en “producto tailandés” o “mexicano”, ocultando así su verdadera procedencia.
Según reveló una investigación de Reuters, aunque los documentos de envío no evidencian directamente el origen chino, los patrones comerciales y la participación de intermediarios asiáticos apuntan a un sistema bien orquestado. Este incluye el uso de nombres genéricos o engañosos como hierro o “material artístico”, y la participación de compañías como Youngsun Chemicals, cuya filial tailandesa Thai Unipet Industries ha multiplicado por 27 sus exportaciones a EE.UU. en medio año.
El rol clave de empresas intermediarias
Tailandia, que apenas cuenta con una fundición de antimonio y no produce volúmenes significativos, se ha convertido en un actor central. Solo Thai Unipet ha despachado más de 3.300 toneladas al mercado estadounidense, según datos de plataformas como ImportYeti y Export Genius. Aunque los documentos no indican el origen exacto del mineral, analistas señalan que Tailandia funciona como puente legal para mineral procesado en China.
En el caso de México, la situación es similar. Su única fundición de antimonio fue reactivada en abril de 2025, y su extracción es mínima. Aun así, el país se ha ubicado entre los tres principales destinos de exportación china. Esto coincide con la reconfiguración logística de Youngsun & Essen, filial texana de Youngsun Chemicals, que ahora importa desde México y Tailandia, en lugar de hacerlo directamente desde China.
Europa también enfrenta escasez y busca alternativas
La crisis del antimonio no afecta solo a Estados Unidos. Europa también depende en gran medida de este mineral, clasificado como estratégico por la Comisión Europea debido a su uso en defensa, aeroespacial, electrónica y tecnologías médicas. Con la oferta restringida, los precios se han disparado y el suministro se ha vuelto incierto.
Según Ellie Saklatvala, analista de Argus Media, la Unión Europea compite ferozmente por acceder no solo al antimonio, sino también al renio y hafnio. Bruselas ya ha aprobado planes para impulsar proyectos mineros propios —como uno de tierras raras en Extremadura— pero estos aún no ofrecen una solución inmediata.
Nuevas apuestas productivas y vigilancia en aumento
Ante la presión, Estados Unidos ha comenzado a relocalizar parte de su producción. La mina de Stibnite, en Idaho —cerrada desde 1996— fue autorizada para reabrir y podría abastecer hasta el 35% de la demanda interna de antimonio. La empresa Perpetua Resources, respaldada por el magnate John Paulson, espera alcanzar su capacidad plena en 2028. En paralelo, Clarios proyecta una planta de procesamiento de minerales críticos por mil millones de dólares y Nyrstar busca producir antimonio en Australia, aunque requiere respaldo gubernamental.
Mientras tanto, China refuerza su vigilancia sobre el contrabando. Las autoridades han advertido que las empresas que no verifiquen el destino de sus productos podrían enfrentar multas, prohibiciones e incluso penas de cárcel de hasta cinco años.
Un patrón que también se repite con los chips de IA
El caso del antimonio no es aislado. Como reportó el equipo de Reuters, China ha utilizado métodos similares para obtener chips de inteligencia artificial de última generación —prohibidos por EE.UU.— mediante intermediarios en Malasia y Singapur. Estas rutas indirectas permiten a entidades académicas y militares acceder a productos de NVIDIA, AMD o Intel, pese a los bloqueos formales.
Tanto en el frente de los minerales estratégicos como en el de la tecnología avanzada, el uso de terceros países como canales de elusión está revelando la dificultad real de contener el comercio en un mundo globalizado. En esta guerra económica silenciosa, los intermediarios se han vuelto protagonistas, y los bloqueos, lejos de ser absolutos, se enfrentan a una constante búsqueda de grietas por donde seguir operando.
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