Argentina definió una nueva hoja de ruta para el litio con horizonte a 2035, tras un seminario en Catamarca que reunió a funcionarios, empresas y especialistas. El plan proyecta triplicar la capacidad instalada y ubicar al país entre los tres principales productores globales, acompañando la transición energética con una oferta más diversificada y competitiva.
De acuerdo con estimaciones público-privadas, la industria podría superar una capacidad acumulada de 650.000 toneladas LCE en la próxima década si se concretan las ampliaciones y nuevas plantas previstas. En el escenario base, con algo más de la mitad de esa capacidad efectivamente procesada y exportada, Argentina escalaría al “Top 3” mundial, hoy liderado por Australia, Chile y China.
En la apertura del Seminario de Litio en Sudamérica de Panorama Minero, el secretario de Minería, Luis Lucero, destacó que en 10 años la capacidad pasó de 35.500 a 186.000 t/año LCE con siete plantas en operación, un salto del 420%. Para el próximo decenio, proyectó 15 plantas y 658.000 t/año de capacidad instalada, equivalente a un crecimiento adicional del 254%.
El diagnóstico sectorial mostró un 2025 en “ramp up”: en el primer semestre se produjeron 51.400 t LCE (57% de utilización) y la segunda mitad cerraría entre 115.000 y 140.000 t por la maduración de Tres Quebradas, Mariana, Sal de Oro y Centenario Ratones. En los primeros 8 meses, las exportaciones sumaron US$ 494 millones, +31,8% interanual en valor y +55,5% en volumen, con el litio como segundo complejo minero exportador.
El mapa global marca una demanda que pasó de 920.000 t LCE en 2023 a 1,27 millones en 2024 y 1,34 millones estimadas para 2025. Proyecciones de S&P y Benchmark Mineral Intelligence apuntan a 3,3-3,8 millones t LCE en 2035, impulsadas en 65% por vehículos eléctricos. En recursos, el USGS asigna a Argentina poco más de 23 millones de toneladas equivalentes, al tope del ranking mundial.
El frente de inversiones exige volumen y certidumbre. En la última década se invirtieron US$ 7.613 millones para alcanzar unas 183.700 t/año; para activar 17 de 30 proyectos registrados, privados estiman US$ 12.810 millones adicionales, que permitirían elevar la capacidad hacia 580.000 t/año. La agenda empresaria pide sostener el RIGI, reducir cuellos logísticos y estabilizar reglas tributarias (retenciones hoy en 4%).
El tablero de riesgos combina precios deprimidos por mayor oferta (ingresos desde África y ajustes en China) y anuncios de nuevos hallazgos, con una demanda estructural en alza. Analistas de Benchmark prevén +24% de consumo en 2025 y una senda de crecimiento del 15% anual, aunque con alta volatilidad de precios por contratos bilaterales poco transparentes.
En el frente regulatorio, el sector reclama definiciones sobre Ley de Glaciares (zonas periglaciares) y Ley de Humedales (salares de la Puna). La industria pide una solución de alto consenso —Congreso o Corte— que blinde jurídicamente los proyectos y habilite inversiones de gran porte, especialmente en cobre y en nuevas fases de litio.
La infraestructura es el tercer pilar: se impulsa una línea de Alta Tensión para abastecer con energías limpias los salares y estaciones transformadoras, proyecto que ya recibió el visto bueno de la IFC. En logística, el “Plan de Logística Minera” del CFI propone potenciar rutas y bitrenes y evaluar participación privada sectorial en la futura privatización del Belgrano Cargas, para abaratar costos, acelerar exportaciones y reducir huella ambiental.
La eficiencia operativa aparece como cuarto eje: optimizar química/hidráulica de pozos, acotar la relación de insumos químicos por tonelada final y expandir Extracción Directa de Litio (DEL). El dato técnico que resuena en la Puna: la huella hídrica estimada es de 0,6 m3/kg de litio frente a 2,5 m3/kg de soja y 16 m3/kg de carne, y la salmuera no es agua dulce y se reinyecta en el reservorio.
El pipeline 2026-2033 incluye Sal de Oro (Fase 2) en Salta; Sal de Vida (Fase 1), Fénix (Fase 1B) y HMW (Fase 1-2) en Catamarca; luego Portezuelo Pastos Grandes (Fases 1-3), Kachi, Candelas, Fénix (Fase 2), Sal de Vida (Fase 2) y HM South. En evaluación siguen Cauchari, Cauchari Olaroz (Fase 2), Guayatayoc, Salinas Grandes, Doncellas, Río Grande, Arizaro, Rincón Oeste, Centenario Ratones (Fase 2), Incahuasi, Antofalla y Hombre Muerto, entre otros.
Con estos vectores —escala, reglas, infraestructura y eficiencia— el país aspira a que la minería sea la “tercera turbina” exportadora hacia 2035, con un potencial de US$ 30.000 millones anuales si se consolidan los proyectos. “Argentina es hoy un jugador de relevancia en el mercado del litio y debemos sostener el trabajo coordinado para que su importancia crezca”, sintetizó Lucero.
La nueva hoja de ruta propone una década de ejecución: cerrar brechas normativas, asegurar inversiones y ampliar capacidad. Si el cronograma de plantas y ampliaciones se cumple y la logística acompaña, Argentina puede consolidarse como proveedor clave de minerales críticos, integrando de manera competitiva la cadena global de baterías y movilidad eléctrica.