Cobre. El metal que sostiene cables, motores y la expansión eléctrica del planeta está viviendo un punto de inflexión: el precio se mantiene en zona alta, pero el verdadero debate para 2026-2029 ya no es “si sube o baja”, sino qué tan rápido la oferta podrá seguirle el ritmo a una demanda que se volvió más compleja. La transición energética empuja por un lado, la digitalización (data centers y redes) aprieta por otro, y la industria minera responde con los tiempos que le imponen permisos, CAPEX y leyes de mineral decrecientes. Por eso, proyectar cuatro años no es apostar un número único, sino leer un mapa: habrá tramos de euforia si los inventarios se estrechan, y episodios de corrección si el ciclo económico se enfría o si entra nueva oferta más rápido de lo esperado. La clave es que, esta vez, el “piso” del ciclo podría estar menos abajo de lo que muchos asumen… pero el “techo” dependerá de tres señales que el mercado mira día a día.
Precio del cobre hoy: el dato que no puede faltar
El punto de partida es el valor actual. En la mañana de este miércoles 17 de diciembre de 2025 (hora de Chile), el cobre se transa en torno a US$5,33 por libra, según la cotización en tiempo real que muestra Kitco en su panel de live price de cobre: precio del cobre en vivo (Kitco). Ese nivel equivale, en orden de magnitud, a cerca de US$11.700–US$12.000 por tonelada, una forma útil de comparar con proyecciones anuales que suelen publicarse en $/t. ¿Por qué este dato a veces “no aparece” en artículos de proyección? Porque el spot es un objetivo móvil: cambia minuto a minuto y, si el foco del texto es 2026-2029, muchos reportes prefieren hablar de promedios anuales o escenarios para no fijar un número que se vuelve viejo en horas. Aun así, si para entender el ciclo, este valor es imprescindible: marca el “punto de partida” desde el cual el mercado descuenta déficit, crecimiento eléctrico e inversiones futuras.
Proyecciones 2026-2027: la dispersión real entre Chile y el mundo
Cuando se pasa del precio de hoy al promedio de los próximos años, aparece la dispersión (y ahí está la historia). En Chile, Cochilco elevó su proyección de precio promedio del cobre a US$4,55 la libra para 2026 (y US$4,45/lb para 2025), argumentando un mercado estructuralmente ajustado, inventarios bajos y riesgos de interrupciones en faenas relevantes: proyección de Cochilco para 2026 y su respaldo en el Informe de Tendencias del Mercado del Cobre (3T 2025). A nivel global, el Banco Mundial (Commodity Markets Outlook) entrega un número comparable en US$/t: para 2026 proyecta US$9.800/t y para 2027 US$10.000/t, según su tabla de forecasts de octubre 2025: World Bank – CMO Oct 2025 forecasts (PDF). Traducido a libras, eso equivale aproximadamente a US$4,44/lb (2026) y US$4,54/lb (2027), muy cerca del rango que maneja Cochilco para 2026, pero con metodologías y supuestos distintos.

2028-2029: el “corredor” de expertos que adelanta el piso, no el techo
Para 2028 y 2029, muchos análisis serios dejan de prometer una cifra única y pasan a “corredores” (rangos), porque la incertidumbre crece: inflación global, costos, sustitución tecnológica, ciclos de inversión y geopolítica. En Chile existe una brújula pública muy útil —aunque no es un pronóstico de mercado—: el Comité Consultivo del Precio de Referencia del Cobre, usado para la regla fiscal. En el acta del proceso asociado al Presupuesto 2026 se publican trayectorias año a año entregadas por expertos para 2026-2035 en “moneda 2026”: Acta del Comité (Dipres, PDF). Allí se observa que, para 2028, las estimaciones individuales se mueven aproximadamente entre 396 y 522 centavos de dólar por libra (US$3,96–US$5,22/lb), y para 2029 entre 382 y 519 centavos (US$3,82–US$5,19/lb). Ese rango no “adivina” el precio, pero sí sugiere algo potente: incluso en una mirada de mediano plazo usada para política fiscal, el mercado no se ve cómodo proyectando un cobre persistentemente bajo; el piso se discute, pero no desaparece.

La demanda que empuja: redes eléctricas, transición energética y el factor IA
El argumento estructural para sostener precios firmes hacia 2029 se apoya en electrificación y redes. La Agencia Internacional de Energía (IEA) plantea que, en su escenario de cero emisiones netas (NZE), la demanda de cobre sube 50% hacia 2040, impulsada por baterías, expansión de redes y tecnologías limpias: IEA – Outlook for key minerals (GCMO 2024). Esa tendencia “larga” se está cruzando con un shock más inmediato: la economía digital. Reuters ha venido conectando el auge de IA y data centers con el aumento de requerimientos eléctricos y, por extensión, con más cobre en transmisión, distribución y equipamiento, en un contexto de suministro ajustado: Reuters – supply tightness y demanda por IA. Y el cuello de botella de redes es clave: si el mundo acelera inversión en infraestructura eléctrica, el cobre no compite solo por “crecimiento”, compite por “capacidad física” de ejecutar proyectos. En simple: aunque el PIB global se modere, la necesidad de cobre puede seguir empujando, porque parte de la demanda ya no es discrecional.

La oferta que limita: déficit, chatarra y permisos más lentos
En el otro lado del tablero, la oferta suele responder lento. Cochilco proyecta que 2026 podría cerrar con un déficit de 165 mil toneladas de cobre refinado, con oferta creciendo menos que el consumo y menor disponibilidad de chatarra, lo que reduce la “válvula de alivio” típica de los ciclos: Informe de Tendencias 3T 2025 (Cochilco). Y en la práctica, el mercado se mueve por shocks: accidentes, protestas, restricciones de agua/energía, leyes a la baja y retrasos en permisos. En esa línea, Reuters reportó recientemente revisiones alcistas de bancos por disrupciones y déficits más profundos hacia 2026, con proyecciones que llegan a niveles altos por tonelada si el ajuste se mantiene: Reuters – UBS sube su outlook de cobre. Esta tensión entre demanda estructural y respuesta lenta de la oferta es precisamente lo que vuelve plausible un ciclo “alto por más tiempo”, aunque con volatilidad. Dicho brutalmente: el cobre puede caer, sí, pero para que sea barato de forma sostenida se necesitaría o una recesión profunda global o una ola de nueva oferta más rápida de lo que hoy parece realista.
El mapa 2026-2029: las 3 señales que definirán el precio del ciclo

Si hay que resumir el cobre hacia 2029 en tres señales accionables, son estas. Primero, inventarios y spreads: cuando los stocks están estrechos, el mercado suele pagar primas y amplificar movimientos; cuando se reconstruyen, el precio se “desinfla” aunque la narrativa siga fuerte. Segundo, velocidad de nueva oferta y chatarra: si entran proyectos y mejora el reciclaje, el precio puede acercarse más a promedios “macro”; si no, gana terreno el escenario de ajuste que describen Cochilco y varios análisis de mercado. Tercero, demanda eléctrica (redes + IA): aquí está la novedad del ciclo, porque el cobre pasa de ser un metal “industrial” a un insumo de infraestructura crítica, como viene destacando Reuters en la conexión entre expansión de redes y nueva demanda: Reuters – expansión de redes y demanda de cobre. Con esas tres señales en mente, el horizonte 2026-2029 deja una conclusión clara: no hay un único “precio correcto”, pero sí un rango probable donde los fundamentos pelean por mantener el cobre firme… y los shocks deciden el resto.

