La compañía busca consolidar su posición en el naciente sector de minería submarina, en medio de un renovado interés geopolítico por los minerales críticos y crecientes alertas ambientales sobre el impacto de estas operaciones en ecosistemas profundos.
La empresa Deep Sea Rare Minerals (DSRM), matriz del operador de vehículos submarinos autónomos Deep Sea Vision, presentó una solicitud ante la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) para obtener licencias de exploración de minerales en el lecho marino.
Con esta iniciativa, DSRM se convierte en la segunda compañía estadounidense, después de The Metals Company (TMC), en anunciar públicamente su postulación para operar en aguas internacionales bajo el marco regulatorio estadounidense. La solicitud se enmarca en la orden ejecutiva emitida en abril por el expresidente Donald Trump, destinada a impulsar el desarrollo de la industria de minería submarina como parte de la estrategia nacional de seguridad de suministro mineral.
Avance en la política de recursos críticos
El anuncio coincide con el patrocinio de DSRM a la Conferencia de Minerales Submarinos 2025, que se desarrollará entre el 9 y el 14 de noviembre en Honolulu, un evento clave para la industria de exploración oceánica y los organismos reguladores.
La NOAA, encargada de supervisar la exploración y recuperación de minerales por parte de entidades estadounidenses en aguas internacionales, ha señalado recientemente que acelerará sus procesos de revisión de licencias y permisos, comprometiéndose a asignar los recursos necesarios “para garantizar que dichas revisiones avancen sin demoras indebidas”.
El director ejecutivo de DSRM, Tony Romeo, exoficial de inteligencia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, destacó que la empresa está preparada para fortalecer las cadenas nacionales de suministro de minerales críticos, subrayando su carácter estratégico.
“Como compañía estadounidense, estamos en una posición ideal para aprovechar nuestro equipamiento de aguas profundas, nuestro personal y nuestra experiencia operativa”, declaró Romeo. “Esperamos colaborar con la NOAA y otras agencias federales para convertirnos en un proveedor confiable de minerales críticos de origen estadounidense.”
Un auge impulsado por la competencia global
La solicitud de DSRM se presenta apenas un día después del anuncio conjunto entre Japón y Estados Unidos sobre el desarrollo de minería submarina en torno a la isla Minamitorishima, una zona del Pacífico con depósitos significativos de tierras raras y minerales estratégicos. La alianza busca asegurar materiales esenciales para la industria tecnológica y de defensa, al tiempo que reduce la dependencia de China, país que actualmente controla casi la totalidad de la cadena mundial de suministro de estos recursos.
La minería submarina se ha convertido en un nuevo frente de competencia geopolítica, donde las potencias tecnológicas buscan garantizar acceso a los materiales necesarios para la transición energética, la fabricación de chips y la defensa avanzada.
Preocupaciones medioambientales en aumento
Sin embargo, el auge del interés por la minería oceánica ha sido acompañado por una creciente oposición de científicos y organizaciones ambientales.
Un estudio publicado esta semana advierte que los residuos generados por las operaciones de extracción profunda podrían alterar ecosistemas situados en la llamada “zona crepuscular” del océano, una franja intermedia que sostiene gran parte de la red trófica marina.
Los investigadores alertan que la dispersión de sedimentos y metales pesados en esta capa podría afectar especies pelágicas y procesos biogeoquímicos esenciales, comprometiendo la resiliencia del ecosistema marino a escala global.
Hacia un nuevo marco regulatorio
Pese a las críticas, las autoridades estadounidenses y varias empresas del sector argumentan que la exploración regulada podría ofrecer una alternativa más controlada y transparente frente a las operaciones no supervisadas que ya se desarrollan en algunas zonas del Pacífico.
En este contexto, la solicitud de DSRM representa un paso relevante hacia la institucionalización de la minería submarina en Estados Unidos, un campo en el que se cruzan intereses estratégicos, innovación tecnológica y desafíos ambientales de gran escala.

