Desafíos de Chile en la inteligencia artificial: equilibrio tecnológico y ambiental

El renombrado New York Times ha puesto su foco en Chile para analizar los retos de la inteligencia artificial en el país.

El dilema de Chile frente a la inteligencia artificial

En un reciente artículo, el New York Times titulado “Cómo Chile personifica la política sin salida de la IA”, se aborda la compleja situación que enfrenta el país sudamericano en la arena global de la tecnología. Según el medio, Chile representa un caso ideal para estudiar cómo un país intenta equilibrar la innovación tecnológica con la sostenibilidad ambiental y el consenso social. Aun siendo una nación pequeña y raramente en el centro de los debates tecnológicos, esta situación revela las disyuntivas que podría enfrentar cualquier país al margen de los principales polos de desarrollo tecnológico.

Desde los laboratorios de investigación en Santiago hasta las comunidades locales, todo el país parece estar inmerso en una pugna. Por un lado, los investigadores buscan acercarse al auge mundial de la IA para no quedarse rezagados. Por el otro, activistas y comunidades temen el impacto ambiental de infraestructuras como los centros de datos. Esta dualidad presenta un reto único para Chile, uno de mantener un delicado equilibrio entre adelantarse tecnológicamente y preservar sus recursos y su cohesión social.

Retos sociales y ambientales

La construcción y operación de centros de datos, esenciales para el desarrollo de la IA, se ha topado con fuerte oposición en lugares como Cerrillos, donde grupos activistas han expresado preocupaciones serias sobre el consumo de recursos naturales, específicamente el agua. El primer centro de datos de Google en América Latina, situado en Quilicura, es un ejemplo palpable, ya que utiliza grandes cantidades de agua para refrigerar sus sistemas, exacerbando la preocupación por la sostenibilidad ambiental en una de las regiones más áridas del mundo.

Además, el gobierno chileno ha explorado trasladar parte de esta infraestructura hacia el norte del país, en la región de Antofagasta, buscando aprovechar la abundante energía solar. Sin embargo, trasladar los desafíos de una región a otra no soluciona el problema de base y, según el New York Times, vender esta idea ha resultado considerablemente difícil. La percepción general es que los planes gubernamentales podrían estar más interesados en atraer a grandes empresas tecnológicas que en proteger el interés público, tensionando aún más el delicado equilibrio entre progreso y conservación.

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