En vísperas del histórico cara a cara entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska, líderes europeos y Ucrania redoblaron sus esfuerzos diplomáticos para influir en el presidente estadounidense. La cita, celebrada el 15 de agosto en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson, ya ha acaparado la atención internacional por ser el primer encuentro de Putin en territorio occidental desde 2022, tal como se detalla en este artículo sobre la llegada del líder ruso a Alaska.
Coordinación transatlántica para Ucrania
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, informó que Europa, Estados Unidos y la OTAN “reforzaron el terreno común para Ucrania” y que mantendrán una coordinación estrecha. La videollamada, en la que participaron aliados clave, buscó transmitir a Trump la necesidad de alcanzar un alto al fuego y advertirle sobre los posibles objetivos de Putin en las negociaciones.
Según fuentes consultadas, se esperaba que Trump descartara ceder territorio ucraniano sin la participación del presidente Volodímir Zelenski en una eventual mesa trilateral. El presidente francés, Emmanuel Macron, incluso planteó que esa reunión podría celebrarse en un país neutral de Europa tras la cumbre en Alaska.
Demandas y líneas rojas de Europa
Ucrania y la UE no solo buscan el cese de las hostilidades, sino también que Rusia asuma parte de la reconstrucción del país, con un costo estimado de entre 500.000 millones y un billón de dólares. Los aliados proponen que parte de esa suma provenga de activos rusos congelados, valorados en unos 200.000 millones de euros, principalmente en Bélgica.
Entre las demandas adicionales figuran la devolución de prisioneros de guerra y de miles de niños ucranianos trasladados por la fuerza a territorio ruso, así como la imposición de sanciones secundarias si el Kremlin se niega a cesar el fuego.
Temores en las capitales europeas
A pesar de cierto optimismo inicial, persisten inquietudes sobre el rumbo que podría tomar la negociación. Existe el temor de que Putin convenza a Trump de interrumpir el suministro de armas y la cooperación en inteligencia con Ucrania, lo que debilitaría de forma significativa su defensa.
Analistas como Rafael Loss (ECFR) advierten que Rusia podría aprovechar la ocasión para alentar la retirada de tropas estadounidenses de Europa del Este, un movimiento que alteraría el equilibrio de seguridad regional. Kristine Berzina (GMF) añade que, aunque se prevén reducciones de tropas, este proceso se produce en paralelo a las negociaciones, lo que dificultaría enviar a Moscú una señal clara de compromiso con la seguridad europea.
Una cumbre con alto riesgo estratégico
El segundo día de conversaciones entre Trump y Putin mantiene en vilo a Europa, que teme que un cambio en la postura estadounidense reconfigure la seguridad continental. El resultado de esta cumbre en Alaska no solo influirá en el conflicto de Ucrania, sino también en el futuro de la relación transatlántica y la arquitectura de defensa europea.
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