El cobre es uno de los elementos esenciales de la economĂa de hoy y de mañana. Está en las turbinas y los mĂłdulos solares que generan electrones, las lĂneas de transmisiĂłn y distribuciĂłn que llevan la electricidad a los consumidores, el cableado domĂ©stico que la lleva a los lavavajillas y iPhones, y los motores que mueven todo, desde ascensores hasta bicicletas elĂ©ctricas.
Pienso en el cobre como un portador comĂşn, por asĂ decirlo, de la descarbonizaciĂłn. Es literalmente el cableado que conecta el presente con el futuro.
La firma de investigaciĂłn energĂ©tica BloombergNEF publicĂł recientemente su primera perspectiva mundial del cobre, teniendo en cuenta la demanda de los cambios tecnolĂłgicos necesarios para destetar a la economĂa de los combustibles fĂłsiles. Su hallazgo principal es sorprendente: la demanda de cobre aumentará en más del 50% entre ahora y 2040.

La demanda de cobre relacionada con las actividades de transiciĂłn energĂ©tica (energĂa limpia y transporte electrificado, y la infraestructura que los respalda) crecerá alrededor de un 4 % anual entre ahora y 2040. La demanda que surja de fuentes tradicionales como la construcciĂłn y fabricaciĂłn de equipos de calefacciĂłn y refrigeraciĂłn crecerá solo 1,5% anual durante el mismo perĂodo.
El resultado de esta trayectoria de la demanda es que, para fines de esta década, el transporte reemplazará a la construcción como el principal impulsor individual. Hace una década, la demanda de cobre para aplicaciones de transporte era menos de la mitad de la de la construcción. Para 2040, la demanda de transporte será un tercio mayor.

Hay un desafĂo que enfrenta esta trayectoria de crecimiento, y no es tan agudo como existencial. BloombergNEF espera que la producciĂłn primaria de cobre pueda aumentar alrededor de un 16 % para 2040. Ese aumento, no hace falta decirlo, está bastante por debajo de la demanda. A principios de la dĂ©cada de 2030, la demanda de cobre podrĂa superar la oferta en más de 6 millones de toneladas por año.

Habrá nueva producción primaria, pero una mina de cobre no se acelera rápidamente. De hecho, no se espera que nuevos descubrimientos de cobre estén operativos en los próximos tres años. Y aunque el suministro mundial de cobre no está exactamente agotado, los mineros ahora usan leyes de mineral de 0,5% de cobre, una cuarta parte de la concentración de hace un siglo.

Pero esto no significa que el mundo deba sufrir una escasez estructural de cobre durante dos dĂ©cadas. Por un lado, una escasez que lleve a precios altos podrĂa suprimir la demanda, lo que reducirĂa el dĂ©ficit de oferta. Sin embargo, eso sucederĂa a expensas de la expansiĂłn de la energĂa limpia y el transporte electrificado.
Además, la trayectoria muy clara de la demanda de cobre deberĂa fomentar más descubrimientos y exploraciones. No solo las empresas estarán interesadas, los gobiernos tambiĂ©n lo estarán, dada la posibilidad de regalĂas mineras . Si un gobierno facilita el desarrollo de la mina con estándares ambientales rigurosos , eso es alentador. Si su solicitud de regalĂas es demasiado alta, podrĂa disminuir la confianza de los inversores y desarrolladores en la nueva producciĂłn.
Luego está la producciĂłn secundaria o el reciclaje. Por el momento, la producciĂłn secundaria cubre la totalidad de la brecha de 4,6 millones de toneladas anuales entre la producciĂłn primaria y la demanda. La chatarra de cobre industrial está fácilmente disponible, pero la chatarra de consumo es difĂcil de predecir y, por lo tanto, más difĂcil de confiar. Hoy en dĂa, la tasa de recolecciĂłn de cobre para bienes de consumo y electrĂłnicos es solo del 53%.
Para satisfacer el aumento de la demanda, se necesitará tanto el suministro de nuevas minas (independientemente de la calidad del mineral) como de fuentes recicladas (independientemente de cuán eficientes puedan ser). El mayor impulso para una mayor oferta es la propia demanda. Y la señal de los esfuerzos globales para descarbonizar la actividad económica es muy clara.
Fuente: Mining