Las sanciones petroleras impuestas por Estados Unidos a Rusia generan incertidumbre en los mercados y buscan presionar a Moscú en medio del conflicto en Ucrania.
Sanciones contra gigantes petroleros rusos buscan debilitar a Moscú
La administración de Donald Trump implementó nuevas sanciones dirigidas a las principales empresas petroleras rusas, Rosneft PJSC y Lukoil PJSC, en un movimiento destinado a dificultar el comercio de crudo de Rusia sin llegar a provocar una disrupción drástica en el mercado mundial. Estas medidas, según explicó Trump, tienen como objetivo presionar al presidente ruso, Vladimir Putin, para negociar el fin de la guerra en Ucrania.
Las sanciones incluyen restricciones severas al financiamiento y advierten a las instituciones financieras internacionales sobre el riesgo de quedar excluidas del sistema financiero estadounidense por comerciar con estas compañías. En palabras de un analista energético, “el objetivo aquí es golpear la oferta”. Además, se ha permitido un período de desmantelamiento de 30 días, junto con excepciones como aquellas aplicadas al Consorcio del Oleoducto del Caspio, que exporta petróleo kazajo a través de Rusia. Las sanciones también se suman a las impuestas en enero contra Surgutneftegas PJSC y Gazprom Neft PJSC, elevando el total de exportaciones de crudo afectadas a cerca del 70% de los envíos rusos, unos 3.1 millones de barriles diarios en el primer semestre del año.
Especialistas como Tatiana Mitrova del Center on Global Energy Policy de la Universidad de Columbia anticipan una serie de complicaciones para las exportaciones rusas, como bancos más reticentes y mayores costos en transporte e insumos aseguradores. Según Mitrova, “nuevos canales de comercio en la sombra emergerán eventualmente, pero el ajuste será más lento y los descuentos más pronunciados”. Los efectos ya se perciben: importantes refinerías de India y compradores chinos han mostrado precaución, y empresas como Reliance Industries buscan crudos alternativos en mercados como el de Oriente Medio.
Impacto geopolítico del endurecimiento de sanciones
La estrategia estadounidense no se limita a poner obstáculos al comercio ruso, sino que combina las sanciones con advertencias directas a compradores e intermediarios de crudo ruso. Según un funcionario de la Casa Blanca, las medidas ya están teniendo impacto económico, especialmente tras acciones complementarias por parte del Reino Unido y la Unión Europea. Bruselas, por ejemplo, prohibió la importación de nuevos cargamentos de GNL ruso a partir de 2027 y sancionó a flotas y empresas acusadas de facilitar la evasión de restricciones. Un alto funcionario europeo estima que estas sanciones han costado a Rusia al menos 6.000 millones de euros.
En paralelo, las sanciones permiten a Estados Unidos ajustar la presión de forma progresiva según las respuestas de Rusia y de los mercados globales. Esta flexibilidad podría endurecerse si las exportaciones rusas encuentran formas de adaptarse, con el riesgo de imponer sanciones secundarias más agresivas a compradores reticentes como China, India y Turquía. Sin embargo, algunos analistas señalan que la implementación y el monitoreo efectivos de este régimen sancionador será clave para asegurar su impacto a largo plazo. Como explicó Sergey Vakulenko, antiguo ejecutivo del sector energético ruso, estas medidas “son como arena en los engranajes de un reloj: dificultan su funcionamiento, pero no lo detienen”.
Finalmente, los mercados petroleros exhibieron volatilidad tras el anuncio de las sanciones, con el crudo Brent situándose en 66 dólares por barril, un dólar menos que al cierre de septiembre. El éxito de la estrategia estadounidense dependerá en gran medida de su persistencia y capacidad para forzar a actores clave a reconfigurar sus cadenas de suministro, mientras la industria energética global observa con atención los próximos pasos de Washington, Moscú y compradores en Asia.

