Un estudio del ICCT y el CMS plantea que el país podría generar hasta US$ 12.000 millones anuales y más de 30.000 empleos al 2035 si avanza desde la extracción del mineral hacia la manufactura de baterías y su reciclaje, consolidando su posición estratégica en la transición energética.
Potencial para un salto industrial
Chile, segundo productor mundial de litio, se encuentra ante una oportunidad histórica para diversificar su matriz productiva y capturar un mayor valor dentro de la cadena global de este mineral estratégico. Así lo revela el informe conjunto del International Council on Clean Transportation (ICCT) y el Centro Movilidad Sostenible (CMS), que propone un plan de expansión industrial que abarca desde la minería y refinación hasta la fabricación de materiales catódicos, celdas de baterías y sistemas de reciclaje.
El documento estima que, de concretarse esta transición, el país podría generar ingresos adicionales de hasta US$ 12.000 millones anuales y crear más de 30.000 empleos directos e indirectos hacia 2035. Se trataría de un paso decisivo para posicionar a Chile no solo como proveedor de litio, sino como centro regional de producción de baterías eléctricas, contribuyendo a la transición energética global y al fortalecimiento de una economía verde.
Crecimiento sostenido de la demanda
El informe proyecta un rápido aumento en la demanda nacional de baterías de ion-litio impulsada por la electromovilidad. Mientras en 2024 el consumo interno alcanzó apenas 0,5 GWh, las proyecciones apuntan a 13–17,8 GWh en 2030 y hasta 38 GWh en 2035.
En términos de litio metálico, la demanda para el transporte pasaría de 44 toneladas en 2024 a 1.100–1.500 toneladas en 2030, y 2.300–3.200 toneladas en 2035, marcando una expansión sin precedentes para la industria nacional.
Paralelamente, la capacidad productiva de litio en Chile también crecería: de 42.000 toneladas en 2024 a 64.000 en 2030 y 79.000 toneladas en 2035. Con ello, las exportaciones podrían superar los US$ 8.900 millones a mitad de la próxima década, equivalentes al 2,7% del PIB de 2024.
De la extracción al valor agregado
El estudio subraya que ampliar la cadena de valor permitiría multiplicar los beneficios económicos y tecnológicos para el país. En esta línea, la producción local de material catódico de fosfato de hierro y litio (LFP) podría generar US$ 1.100 millones anuales en 2030 y US$ 2.200 millones en 2035, creando entre 900 y 3.700 empleos.
Más ambicioso aún, el desarrollo de una industria nacional de celdas y baterías LFP destinada al mercado latinoamericano aportaría hasta US$ 6.100 millones en 2030 y US$ 12.300 millones en 2035, junto con 19.000 a 32.600 puestos de trabajo.
Por su parte, la creación de un ecosistema de recolección y reciclaje de baterías permitiría recuperar materiales estratégicos —como níquel, cobalto y litio—, impulsando el empleo verde y fortaleciendo la economía circular.
Ventajas comparativas y sostenibilidad
Chile posee condiciones únicas para consolidar esta expansión: disponibilidad de recursos, infraestructura energética limpia y estabilidad institucional. De acuerdo con el estudio, las baterías fabricadas en el país tendrían una huella de carbono significativamente menor que las producidas en otros polos industriales.
El carbonato de litio chileno presenta una intensidad de emisiones 86% menor que el australiano y 67% más baja que el estadounidense, mientras que las baterías LFP producidas localmente emitirían 35% menos gases de efecto invernadero que en China, 16% menos que en Estados Unidos y 9% menos que en Europa.
Este diferencial se explica por el uso creciente de energías renovables en el norte del país, que reduce de manera sustantiva la huella ambiental del proceso productivo.
Desafíos ambientales y sociales
El informe también advierte sobre los riesgos ecológicos y sociales asociados a la expansión del litio, especialmente en los salares del norte. La extracción intensiva de agua en ecosistemas áridos como el desierto de Atacama requiere un control más estricto y mecanismos efectivos de participación comunitaria.
“Adoptar estándares internacionales de debida diligencia y garantizar la participación temprana de las comunidades puede fortalecer la confianza y asegurar un desarrollo inclusivo y sostenible”, señala el documento.
Asimismo, se recomienda mejorar las tecnologías de extracción directa, reducir el uso de agua dulce y reforzar los procesos de consulta pública y evaluación ambiental para evitar conflictos socioambientales.
Políticas para una nueva etapa del litio chileno
El estudio del ICCT–CMS plantea un conjunto de políticas clave para transformar la industria:
- Incentivos fiscales y cuotas preferenciales de litio para proyectos que desarrollen materiales catódicos y celdas en el país.
- Normas de eficiencia hídrica y reducción de emisiones en todas las faenas de extracción.
- Reformas al sistema de participación ciudadana, fortaleciendo la transparencia y la confianza pública.
- Implementación de la Responsabilidad Extendida del Productor (REP) para asegurar el reciclaje y trazabilidad de baterías.
De adoptarse estas medidas, Chile podría pasar de ser un exportador primario a un actor industrial relevante en la cadena global de valor del litio, integrando minería, manufactura y reciclaje bajo criterios de sostenibilidad.


