China planea construir la primera planta solar espacial del mundo, proyectando un impacto histórico en la generación energética global.
Un proyecto de energía limpia desde el espacio
A 36.000 kilómetros de la superficie terrestre, China avanza con un ambicioso plan para instalar una planta solar espacial, capaz de captar y transformar la luz solar en electricidad, transmitiéndola a la Tierra por medio de microondas. Esta estación energética promete funcionar las 24 horas del día sin depender de las condiciones climáticas ni geográficas, marcando un cambio radical en la forma de producir electricidad. Según el South China Morning Post, las primeras pruebas del proyecto están programadas para 2028 con una estación de 10 kilovatios.
El diseño incluye una red de paneles solares con una extensión de más de un kilómetro en el espacio, conectados a un sistema de conversión para transformar la energía solar en microondas de alta frecuencia. En la Tierra, estaciones receptoras reconvertirán estas ondas en electricidad utilizable. La meta más ambiciosa de este plan prevé, hacia 2050, una planta de 2 gigavatios en órbita geosincrónica, una capacidad comparable a la de una central nuclear de tamaño medio.
El proyecto se beneficiará de tecnologías avanzadas como cohetes de carga pesada Long March-9 y robótica autónoma para ensamblaje en el espacio. Si bien desafíos como la precisión en la transmisión inalámbrica y la infraestructura terrestre aún persisten, la iniciativa ya está atrayendo la atención de agencias espaciales internacionales, incluyendo Europa, Japón y Estados Unidos.
Fases y desafíos en el desarrollo
El proyecto está estructurado en fases claras, lo que refleja su complejidad y escala. En la primera etapa, para 2028, se espera probar la transmisión inalámbrica con una estación experimental en órbita baja. Posteriormente, para 2035, la capacidad deberá alcanzar los 10 megavatios, suficientes para abastecer un pequeño distrito urbano. Finalmente, hacia 2050, la planta principal buscará consolidarse como una infraestructura clave en la transición energética global.
Si bien la idea de la energía solar espacial no es nueva —NASA la propuso en los años 70—, los elevados costos y las limitaciones tecnológicas frustraron aquellos intentos iniciales. Hoy, avances como la reducción en los costos de lanzamiento, la miniaturización de dispositivos y mejoras en las transmisiones inalámbricas hacen que esta meta parezca más alcanzable. Según los ingenieros del Instituto de Tecnología de Chongqing, “el objetivo es demostrar que la energía solar puede ser verdaderamente global”.
- Lanzamiento de pruebas de transmisión inalámbrica en 2028 con una estación de 10 kilovatios.
- Incremento de potencia a 10 megavatios para 2035.
- Establecimiento de una planta de 2 gigavatios en órbita para 2050.
Sin embargo, los retos no solo son tecnológicos. En el plano terrestre, se requerirán vastas estaciones receptoras ubicadas en zonas estratégicas y seguras para garantizar la eficiencia de la transmisión. Además, cualquier fallo en la precisión podría generar pérdidas significativas de energía o interferencias indeseadas.
Más allá de los desafíos, esta planta solar espacial podría representar una revolución energética sin precedentes, útil no solo para alimentar a la Tierra, sino también para futuras colonias espaciales. Con ello, el espacio dejaría de ser solo un lugar para explorar y se convertiría en una extensión activa del sistema energético terrestre, marcando nuevas oportunidades para el sector.

