China refuerza su dominio sobre las tierras raras y lo usa como arma en la guerra comercial con Trump

Mientras el mundo depende de ellas para fabricar desde autos eléctricos hasta misiles y teléfonos inteligentes, China vuelve a usar las tierras raras como pieza clave de poder geopolítico, en medio del recrudecimiento de la guerra comercial con Estados Unidos.

Un recurso esencial para la tecnología moderna

Las tierras raras —17 metales con propiedades magnéticas y ópticas únicas— son indispensables para la fabricación de semiconductores, turbinas eólicas, vehículos eléctricos y dispositivos médicos. Aunque su nombre sugiere escasez, abundan en la corteza terrestre; el problema es su difícil extracción y alto impacto ambiental, pues suelen encontrarse junto a elementos radiactivos como el uranio.

Durante décadas, China consolidó una posición casi monopólica, gracias a su producción de bajo costo y grandes reservas. Hoy controla alrededor del 70% de la extracción mundial, con 270.000 toneladas anuales, más del doble que hace cinco años, según el Servicio Geológico de EE.UU.

La presión china sobre Washington

Pekín ha utilizado ese dominio como palanca de presión. En 2010 bloqueó exportaciones a Japón por una disputa territorial, y en 2023 amplió restricciones sobre tecnologías de procesamiento, en respuesta a las sanciones estadounidenses sobre chips.
Este año, añadió siete tierras raras y magnetos permanentes a su lista de control de exportaciones, obligando a las empresas a solicitar licencias especiales si sus productos contienen más de 0,1% de materiales chinos. Las medidas afectaron directamente a Ford y otras firmas estadounidenses, que incluso detuvieron fábricas por falta de componentes.

La respuesta de Trump: autarquía minera

El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva para expandir la producción y refinación de minerales críticos en EE.UU., invocando poderes de emergencia nacional. También impulsó un informe sobre la vulnerabilidad del país y una inversión de US$400 millones en la empresa MP Materials, dueña de la mina Mountain Pass en California, la única en operación en el país.
Sin embargo, levantar nuevas minas podría tardar años y costar miles de millones, dejando a Estados Unidos aún dependiente del gigante asiático en el corto plazo.

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