Investigan la Antártida y encuentran 300 estructuras submarinas de hasta 4.000 metros de profundidad

3 Minutos de Lectura

Bajo las aguas que rodean la Antártida existe una red de “valles” submarinos mucho más extensa de lo que se creía. Un estudio publicado en Marine Geology ha identificado 332 sistemas de cañones submarinos, algunos con profundidades que superan los 4.000 metros, un resultado que eleva de forma notable las estimaciones anteriores y refuerza la idea de que la topografía del fondo marino es una pieza relevante para entender la circulación oceánica y su papel en el clima global.

La investigación está firmada por David Amblàs (Universidad de Barcelona) y Riccardo Arosio (University College Cork). El trabajo se apoya en IBCSO v2 (International Bathymetric Chart of the Southern Ocean), el modelo batimétrico más completo del área al sur de 50°S, con una resolución de 500 por 500 metros. Esa mayor nitidez cartográfica permite detectar y clasificar relieves que en mapas anteriores quedaban difuminados.

El catálogo describe un contraste claro entre regiones. En la Antártida Oriental predominan cañones más ramificados y con perfiles suaves, una morfología coherente con una actividad glaciar prolongada y con la acumulación y transporte sostenido de sedimentos. En la Antártida Occidentalabundan estructuras más cortas y de pendientes más abruptas, compatibles con un desarrollo más reciente. La lectura que proponen los autores es que esa diferencia encaja con la hipótesis de una capa de hielo oriental más antigua que la occidental, una idea sugerida en registros sedimentarios y que ahora aparece reflejada en la geomorfología a gran escala.

Más allá del hallazgo numérico, los cañones funcionan como corredores naturales entre la plataforma continental y el océano profundo. Ese intercambio ayuda a explicar procesos ligados a la formación y circulación del Agua de Fondo Antártico (una de las masas de agua más densas del planeta, clave en la cinta transportadora oceánica).

A la vez, varios estudios han subrayado que la topografía (cauces, cañones, umbrales) puede canalizar intrusiones de aguas relativamente cálidas, como la Circumpolar Deep Water, hacia zonas próximas a plataformas de hielo, con impacto potencial en el deshielo basal. En regiones vulnerables, como el entorno del mar de Amundsen, la llegada de esas aguas depende en buena medida de cómo el relieve guía las corrientes.

Los autores señalan que la capacidad de los modelos climáticos y oceánicos para reproducir estos mecanismos se resiente cuando la topografía es compleja o está mal resuelta, y reclaman más batimetría de alta resolución en áreas aún poco cartografiadas. La llamada no es menor si se tiene en cuenta que, incluso hoy, la proporción del fondo oceánico mapeada con gran detalle sigue siendo limitada a escala global.

Compartir este Artículo
Salir de la versión móvil