Un estudio reciente ha revelado que las emisiones de dióxido de carbono generadas por los centros de datos de inteligencia artificial (IA) en 2025 serán comparables a las de toda Nueva York, destacando un significativo impacto ambiental. Además, el consumo de recursos hídricos y eléctricos de estos sistemas está alcanzando niveles alarmantes.
Impacto de los centros de datos en emisiones de carbono
Según un informe publicado en la revista académica Patterns, los centros de datos impulsados por inteligencia artificial podrían generar aproximadamente 80 millones de toneladas de dióxido de carbono para 2025. Esta cifra equivale al 8% de las emisiones globales del sector de la aviación y coincide con las emisiones anuales registradas en Nueva York. Alex de Vries-Gao, autor del estudio y fundador de Digiconomist, subrayó que este es el primer intento de medir la huella de carbono atribuible exclusivamente a los sistemas de IA, distinguiéndola del impacto general de los centros de datos existentes.
El uso creciente de chatbots como ChatGPT, desarrollado por OpenAI, y Gemini, de Google, ha disparado el consumo energético y de recursos hídricos. Según la International Energy Agency (IEA), los centros de datos enfocados en IA consumen cantidades de electricidad comparables a las plantas de fundición de aluminio, que históricamente demandan elevados niveles de energía. Estados Unidos encabeza esta lista con un 45% del consumo eléctrico vinculado a estos centros, seguido por China (25%) y Europa (15%).
Impacto en recursos hídricos y eléctricos
El consumo de agua también representa un desafío considerable. El informe estima que los centros de IA requerirán más de 765.000 millones de litros de agua en 2025, superando en más de un tercio las estimaciones anteriores para todos los centros de datos combinados y sobrepasando el consumo global de agua embotellada. Sin embargo, la falta de transparencia en los informes de las empresas tecnológicas dificulta evaluar el impacto específico de la IA. Por ejemplo, Alex de Vries-Gao señala que ni siquiera Google incluyó datos sobre el agua utilizada para generar electricidad en su informe sobre el impacto de su sistema IA Gemini.
En el ámbito energético, se proyecta que para 2030 el consumo eléctrico de estos centros más que se duplicará. Grandes proyectos en desarrollo, como uno en el Reino Unido ubicado en Blyth, Northumberland, podrían emitir más de 180.000 toneladas de CO2 anualmente, equivalente a las emisiones de 24.000 viviendas. En India, donde las inversiones en centros de datos alcanzan los USD 30.000 millones, KPMG advierte que la dependencia de generadores diésel podría generar una «enorme responsabilidad de carbono» por la falta de fiabilidad en la red eléctrica nacional.
Preocupaciones y llamados a la acción
Las organizaciones y expertos han reaccionado con alarma frente a estos hallazgos. Alex de Vries-Gao cuestionó si la sociedad debe seguir absorbiendo las consecuencias ambientales mientras las empresas tecnológicas obtienen los beneficios. Por su parte, Donald Campbell, de la ONG británica Foxglove, señaló: “El público está pagando la factura ambiental de algunas de las empresas más ricas del mundo” y advirtió que la expansión de estos centros es “solo la punta del iceberg”.
En este contexto, Google declaró haber logrado reducir en un 12% las emisiones de sus centros de datos en 2024, gracias a la incorporación de fuentes limpias, pero destacó los desafíos para implementar tecnologías energéticas libres de carbono a gran escala. La IEA, por su parte, informa que los centros de IA en construcción consumirán electricidad suficiente para abastecer a más de dos millones de hogares, lo que subraya la magnitud del desafío energético.
El avance de la IA plantea un dilema urgente sobre cómo equilibrar su desarrollo con la gestión sustentable del impacto ambiental, una interrogante que requiere de acciones concretas por parte de gobiernos, empresas y la sociedad en su conjunto.
