Las emisiones de mercurio de las centrales eléctricas de EE. UU. se reducen en un 90% gracias a las regulaciones ambientales

Un nuevo estudio de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas John A. Paulson de Harvard reveló que, en la década posterior a la implementación de los Estándares de Mercurio y Tóxicos en el Aire (MATS), las emisiones de mercurio de las centrales eléctricas en los EE. UU. disminuyeron en un 90%.

El artículo, publicado en la revista Environmental Science & Technology Letters, analiza las disparidades sociodemográficas en las exposiciones al mercurio de las centrales eléctricas de EE. UU. y los riesgos residuales para las poblaciones más expuestas.

Hasta 2011, las centrales eléctricas de carbón eran la principal fuente de emisiones de mercurio en los EE. UU., representando el 50% de todas las emisiones en 2005. La regulación MATS obligó a los operadores de plantas de energía a cumplir con los estándares más altos de control de emisiones, lo que llevó a muchos a cerrar unidades generadoras de energía a carbón o a cambiar a gas natural, que produce emisiones insignificantes de mercurio.

Elsie Sunderland, coautora del estudio, comentó que «la regulación MATS es otra maravillosa historia de éxito relacionada con las Enmiendas a la Ley de Aire Limpio de 1990. Esta regulación ha eliminado de manera efectiva la mayoría de las últimas fuentes de emisiones de mercurio en los EE. UU., beneficiando a millones de pescadores recreativos y de agua dulce en todo el país».

Sin embargo, Texas y Dakota del Norte siguen siendo fuentes significativas de emisiones de mercurio debido a sus plantas de energía que queman carbón de lignito local, una fuente de energía de menor calidad que el carbón bituminoso. La EPA ahora ha propuesto cambios a MATS que obligarían a estas plantas a adoptar tecnologías que reducirían significativamente sus emisiones tóxicas.

El equipo de Harvard también investigó las características sociodemográficas de las personas que viven cerca de las centrales eléctricas que seguían operando en 2020 en comparación con las que vivían cerca de instalaciones que se habían retirado desde 2010. Descubrieron que quienes siguen expuestos a niveles peligrosos de mercurio tienden a ser más pobres, menos educados y de hogares con limitaciones en inglés.

 

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