La acelerada adopción de tecnologías de automatización e inteligencia artificial (IA) está cambiando al mercado laboral. Procesos que hace pocos años dependían del trabajo humano hoy pueden realizarse a través de sistemas avanzados, lo que ha obligado a las empresas a analizar qué competencias serán realmente determinantes en los próximos años.
En ese contexto, los especialistas concuerdan en que el valor ya no está solo en lo técnico, sino que en las habilidades blandas, pensamiento crítico y análisis, justamente ámbitos en los que las máquinas aún no pueden replicar al ser humano.
Así lo plantea Isaías Sharon, director ejecutivo de Perzon.ai (Software de crecimiento para consultoras de RR.HH.) quien analiza las habilidades que están tomando mayor relevancia frente a este nuevo escenario.
Lo humano como diferencial
Según Sharon, el cambio de paradigma es evidente. “Hoy las empresas están entendiendo algo clave: lo técnico es automatizable; lo humano, no”, afirma. Por ello, sostiene, las competencias más valoradas son aquellas que permiten enfrentar desafíos que la IA no resuelve por completo.
Entre ellas, destaca la inteligencia emocional “para gestionar conversaciones difíciles, influir positivamente en otros y sostener colaboración en contextos de presión”. A esta se suma la capacidad de resolución de problemas complejos, que implica “analizar múltiples variables, anticipar escenarios y tomar decisiones con criterio”. Y una tercera habilidad clave es la creatividad aplicada, entendida no como talento artístico, sino como “capacidad de encontrar soluciones nuevas a problemas reales del negocio”.
Roberto Maldonado, ingeniero en Marketing Digital, también destaca estos aspectos como clave para el ambiente laboral del mañana.
“Es importante conocer cuáles serán las habilidades y competencias que se necesitarán en 10 años más. Las habilidades blandas no pueden ser reemplazadas por una máquina. Así como el pensamiento crítico y el trabajo en equipo desde donde surgen, muchas veces, ideas de proyectos escalables en el tiempo”, afirma.
En ese sentido añade que “es evidente que la Inteligencia Artificial y la automatización seguirán avanzando, pero este proceso también abre las puertas a otras oportunidades que hasta hace un tiempo eran poco exploradas”.
¿Qué sigue dependiendo del criterio humano?
Aunque la IA ha avanzado a grandes pasos, no todas las funciones pueden ser delegadas a algoritmos. Según explica Sharon, “la IA procesa; el ser humano interpreta”.
En esa línea, explica que seguirán bajo responsabilidad humana las tareas que requieren juicio y comprensión contextual, como la toma de decisiones con riesgo humano, reputacional o financiero, ya que estas exigen evaluar matices que un sistema automatizado no siempre identifica. También menciona la gestión de personas y liderazgo, dado que “la confianza, la motivación y el compromiso siguen siendo fenómenos humanos”.
Asimismo, permanecerán bajo dominio humano “las interacciones que demandan empatía, entre ellas la negociación, la mediación y el acompañamiento emocional; y el diseño de soluciones estratégicas, donde la IA entrega datos, pero no una visión integral”.
Maldonado refuerza esta visión y destaca que “la tecnología jamás podrá reemplazar 100% a las tareas y funciones humanas. Esto ya ha pasado anteriormente y seguirá ocurriendo en el tiempo. Pero a medida que la tecnología va reemplazando tareas, van surgiendo otras que hasta ese momento no eran tomadas en cuenta”.
La oportunidad para las pymes
Por otro lado, Sharon plantea que, en este nuevo escenario, las pymes pueden encontrar una ventaja competitiva relevante si potencian habilidades no automatizables dentro de sus equipos. “Las pymes no siempre pueden competir en presupuesto o tecnología, pero sí pueden competir —y ganar— en talento”, señala.
Según su experiencia, el fortalecimiento de estas competencias genera tres beneficios principales:
Mayor adaptabilidad, porque “un equipo que piensa, crea y resuelve se ajusta más rápido que cualquier software”.
Mejor experiencia del cliente, ya que “la empatía y la comunicación humana son diferenciales que no se pueden copiar”.
Y también innovación más ágil, gracias a procesos internos más rápidos que permiten pasar de la idea a la ejecución.
“Las que invierten en estas habilidades suelen crecer más rápido que aquellas que solo digitalizan procesos”, indica.
Cómo prepararse para el futuro del trabajo
Finalmente, los especialistas sostiene que para enfrentar el avance de la automatización, las empresas deben replantear sus estrategias de desarrollo profesional. Sharon comenta que la clave está en actuar en tres frentes.
Primero, avanzar hacia una formación basada en evidencia, orientada al desarrollo de competencias socioemocionales y cognitivas, más allá de lo técnico. Segundo, implementar evaluación continua, apoyándose en modelos predictivos y estándares internacionales para identificar brechas reales. Y, tercero, promover una cultura de aprendizaje permanente, donde “equivocarse sea parte del proceso y no una amenaza”.
Maldonado, en tanto, cierra su idea señalando que “las organizaciones que entienden este desafío no solo preparan a sus equipos para nuevos roles, sino que también construyen entornos donde las personas pueden experimentar, equivocarse y mejorar de manera constante. Esa es la única forma de mantenerse vigentes en un mercado que cambia más rápido que cualquier planificación tradicional”

