Cobre “verde”: un nuevo escenario para la industria ante la creciente presión por diferenciarse en sostenibilidad

Un estudio indica que el uso de agua, especialmente de fuentes continentales, es hoy el principal factor de diferenciación entre las empresas productoras de cobre.

Cobre “verde”: un nuevo escenario para la industria ante la creciente presión por diferenciarse en sostenibilidad

La forma en que se produce el cobre (un metal tradicionalmente considerado una materia prima homogénea) está comenzando a ganar protagonismo en los mercados internacionales. Así lo plantea un estudio realizado por académicos de la Universidad de Chile, el AMTC, Cesco y SERC Chile, titulado, Product differentiation in mineral commodities based on sustainability indicators: The case of copper mining. 

El estudio menciona que históricamente, los metales han sido tratados como productos indiferenciados: su valor proviene de sus propiedades físico-químicas, que son idénticas independientemente del origen. Bajo esta lógica, los impactos sociales o ambientales asociados a su producción no influían en su posicionamiento de mercado. Sin embargo, la creciente preocupación por el abastecimiento futuro, las restricciones de financiamiento y la presión de consumidores e inversionistas están modificando este paradigma.

Emilio Castillo, investigador del Departamento de Ingeniería de Minas de la Universidad de Chile y de SERC Chile, y quien participó del estudio, explicó a Reporte Minero y Energético que el documento analiza indicadores ambientales, sociales y de gobernanza para determinar el potencial de diferenciación dentro del sector del cobre.

Informes de sostenibilidad: de herramienta comunicacional a insumo estratégico

El estudio señala que los informes de sostenibilidad han pasado de ser ejercicios de comunicación corporativa a convertirse en una fuente clave de información para evaluar riesgos, desempeño y potencial diferenciación. 

De acuerdo con el investigador:  “Desde 2017 las compañías han estandarizado más su forma de reportar agua, emisiones y otros indicadores, lo que permite sistematizar la comparación entre empresas. Así se abre una puerta de diferenciación: empresas que reportan más y mejor, o que muestran menores impactos relativos, pueden posicionarse como productores de responsables”. 

El agua: el indicador que más diferencia a la minería del cobre

La investigación destaca que el consumo de agua, y especialmente el de agua continental, es el indicador con mayor dispersión entre faenas, lo que lo convierte en el principal factor de diferenciación.

“A diferencia de las emisiones, que suelen ser más dependientes de condiciones comunes (por ejemplo, si una matriz eléctrica es limpia, todas las minas del país se benefician), el agua depende fuertemente del contexto local y de inversiones específicas como plantas desaladoras, recirculación o infraestructura de transporte”, explicó Castillo. 

En este sentido, el investigador añadió que «por eso se convierte en el eje principal de diferenciación: es local, varía mucho entre minas y requiere decisiones estratégicas para reducir impactos. Además, es un recurso crítico para las comunidades y uno de los temas más sensibles para la aceptación social».

Gobernanza: la otra dimensión que marca diferencias entre países

El estudio también evidencia que los mayores contrastes socioeconómicos y regulatorios se observan en los indicadores de gobernanza. Países con instituciones más sólidas suelen ofrecer mejores regulaciones, fiscalización y estándares ambientales, lo que favorece una producción más alineada con expectativas socioambientales.

«Esto genera una ventaja para países de altos ingresos, que pueden destacar como entornos propicios para una producción sostenible. En contraste, países con menor gobernanza enfrentan más desafíos para demostrar prácticas robustas, pese a que el desempeño local de una mina pueda ser alto», menciona Castillo.

Un mercado del cobre más complejo y con oportunidades de valor agregado

«La diferenciación verde puede generar un doble efecto»., sostiene el investigador de la Universidad de Chile Por un lado, “abre oportunidades para crear nuevos nichos de valor, donde productores con mejor desempeño ambiental puedan acceder a primas de precio, financiamiento verde o contratos preferenciales con compradores que necesitan control en sus cadenas de abastecimiento”.

Por otro lado, indica, añade que “puede aumentar la complejidad del mercado del cobre, incentivando servicios, tecnologías y certificaciones que agregan valor aguas arriba”. 

“En el contexto de la transición energética, donde la demanda de cobre crecerá, esta diferenciación puede acelerar la inversión en operaciones más limpias, pero también profundizar brechas entre países según su capacidad para cumplir estándares más exigentes», concluye el investigador.

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