Un hallazgo extraordinario en el norte del país promete convertir a Chile en protagonista de un negocio de lujo y alta tecnología.
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En pleno desierto de Atacama, a solo 50 kilómetros de Copiapó, fue descubierto un yacimiento de mármol negro con propiedades únicas que podría cambiar el rumbo de la industria minera chilena. Esta piedra, tan escasa como codiciada, rivaliza en calidad con las canteras más renombradas de Italia y despierta el interés internacional por sus usos en sectores tan diversos como la arquitectura, la salud y la industria espacial.
Mármol negro chileno: belleza, tecnología y exclusividad
El hallazgo fue confirmado por la empresa minera Pirita Azul, en colaboración con el Centro Idiem de la Universidad de Chile, y ha sido bautizado como “Atacama Black Marble”. Lo que hace especial a este mármol no es solo su estética profunda y uniforme, sino su pureza y propiedades físicas excepcionales, que lo sitúan en la categoría de materiales nobles con valor estratégico.
Este recurso natural no solo se proyecta para la alta decoración y diseño, sino también para usos industriales de vanguardia, gracias a su resistencia, conductividad y potencial en procesos de fabricación avanzados.
Atacama se perfila como nuevo polo de desarrollo
La apuesta de Pirita Azul no se queda en la simple extracción. La compañía impulsa una cadena de producción 100% regional, que incluye procesamiento, manufactura y exportación directa desde la región de Atacama. Esta estrategia podría generar empleos, aumentar la inversión local y transformar la zona en un hub industrial de alto valor agregado.
Además, ya se estudia la existencia de otros depósitos similares en Alto del Carmen y Vallenar, lo que anticipa una posible expansión de esta naciente industria.
Un nuevo horizonte para la minería chilena
En un país cuya minería ha estado históricamente dominada por el cobre, este hallazgo representa una ruptura estratégica hacia la diversificación productiva. El mármol negro no solo posee un alto valor comercial, sino que además implica un menor impacto ambiental en comparación con los metales tradicionales, lo que podría facilitar su aceptación en los mercados más exigentes.
Chile podría así entrar en un nuevo ciclo minero basado en minerales de lujo, innovación tecnológica y desarrollo regional sostenible.
